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ANTOLOGÍA: MILLAN ALFONSO DÍAZ ARIAS

MILLAN ALFONSO DÍAZ ARIAS. Nació el 17 de octubre de 1979, en el municipio de Bucaramanga (Santander – Colombia). Escritor, docente y psicólogo. Algunos de sus relatos y poemas han aparecido en publicaciones nacionales e internacionales. Articulista en Alucine, revista dedicada al cine, en Boyacá. Ocasionalmente escribe en el blog: http://millandiazescritos.blogspot.com/. En 2019 le fue otorgada la Beca Bicentenario de Creación por el libro de cuentos “Esquizofrenia Bar”. Ha publicado los libros: “Esquizofrenia Bar”, 2019, Cuentos.  “Anotaciones para una novela triste”, 2021, poesía. “Me abrazaría a tu recuerdo”, 2022, Novela.


LA POESÍA EN TIEMPOS SINIESTROS

Imaginar el poema
Ese ser eterno que flota en los recovecos de la angustia
Mirar cara a cara a la muerte y a la vida
Coyunturas opuestas e inseparables
Perpetuar el muro creado por la sociedad
Una sociedad mísera y sádica
Perpetuar el muro
Encariñarse con él en cada golpe
Sufrirlo indescifrablemente
Aferrarse a él con todas las fibras del cuerpo
Con todas las redes neuronales que centellean en tu cabeza
Aferrarse a él
A su misteriosa telaraña que dibuja la desidia
A las puertas del infierno en que sucumbe el tiempo y el espacio
A la ridícula idea de trabajar por unos billetes
Sucios papeles que dibujan la comedia humana
Aferrarse a él
Al rostro anónimo que te escupe sin torpeza
A la sangre que brota de las ampollas de las manos
Al cuchillo siniestro que te apuñala por la espalda mientras sueñas que eres feliz
Que puedes serlo
Imaginar las palabras que deslumbran
Que impertinentes gritan por una ventana entreabierta
Ver en las páginas huecas manchadas de café versos que aletean entre el bienestar negado
Que deslumbran un nuevo amanecer
Aunque el futuro no exista
Y el pasado no sea más que la suma de derrotas.


PENSANDO EN RODRIGO D NO FUTURO

A veces, y solo a veces, la vida se presenta como una larga caída al vacío
Los ruidos de las motocicletas ensordecen la calle
La paranoia no es un trastorno mental sino un mecanismo de defensa,
Los ruidos de disparos que despiertan la noche avanzan entre los tímpanos recordándonos que aún estamos vivos
Un riesgo infinito de posibilidades casi inexistentes
Que no generan esperanza sino desasosiego
Que lo único que presagian es que las balas seguirán silbando alrededor
Que lo único que perpetúa son los antiguos dolores acomodados detrás de las pupilas
Que nos impiden llorar
Que el único llanto posible es el ruido acelerado de una batería o de unos tarros adaptados como doble bombo.

Transitar las mismas calles una y otra vez como queriendo no perderlas de la memoria
Transitar las mismas calles una y otra vez pensando cómo hubiera sido tener otra vida.

Mirar la ciudad
Ese animal que parece vibrar en una danza macabra
Que parece ofrecer en sus iluminadas noches la posibilidad de otro sueño
Un sueño en que la marginalidad es apenas una larga pesadilla
Pero no es así
Para ella solo somos residuo
Para ella nuestra pesada existencia debería desaparecer
No dejar el rastro de la escoria que la atormenta
El tormento de almas que solo caminan por costumbre
Que ya no reaccionan ni con drogas ni con alcohol
Que no tenían futuro desde antes de nacer.


ATAÚD

La muerte no es ausencia
Es recuerdo constante
Sus labios son los besos que ya no dará
En la caja mortuoria descansan los restos de los sueños
El cielo se derrumbó en una lluvia salada que brota de sus ojos
No hay cántaro que no se rompa
Ni canto que no se calle.

Mira inmóvil el espacio que ocupaban sus ojos
Los que ya no volverán a mirarlo.


TIC TAC

El tiempo es un hilo que flota
Que transita peldaño a peldaño la vieja escalera desvencijada
El sueño siniestro de un hombre de acero que mira a una mujer desnuda que se balancea sin pausa.

El tiempo
No es el tic tac del reloj
Es el reflejo muerto de un ladrón que sonríe.


Cerrar los ojos y descorrer el velo de la tristeza
La lluvia que recorre –rastro a rostro- la premura de la tarde
La lejanía de los recuerdos
Los bolsillos llenos de dinero vacío
Maquillado por soles y nubes
Por caras y adioses.

Saborear el color de la distancia
Pequeños intentos de condenar la nostalgia
La derrota que te escupe contra el asfalto
Contra las huellas del amor que nunca llega
Del amor que se queda mirando, desde el balcón, el dulce balanceo de la luna
Del amor como una despedida
Del amor que se queda por costumbre
Un anhelo que nadie intenta mover.

Cerrar los ojos y dibujar el instante
El intento fugaz de apresar la eternidad que siempre dura un segundo
Un segundo fugado en el intento de cambiar de vida
De flotar
De ser ola
El sublime recuerdo de un mar
Del viento que desfigura el rostro en el camino transitado.

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