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ANTOLOGÍA: EDUARDO GONZÁLEZ

EDUARDO GONZÁLEZ (Medellín, 1967). Diseñador de modas y vestuario escénico. Realizó estudios de Historia en la Universidad Nacional. Inició su quehacer poético en 1991, de la mano del poeta Omar Castillo, en el Taller de Escritores León de Greiff. En 1995 interrumpió su ejercicio de la poesía; actividad que retomó en 2020. Ganó el Concurso de Cuento Corto del Museo Colonial de Bogotá. Ha recibido mención de honor en los concursos: Shincal de Quimivil a los Pueblos Orignarios (Catamarca-Argentina), «Lone Star» (Texas-U.S.A), Julio Argentino Aguirre (San Luis Argentina), «Deporte y Dictadura» de la revista Obdulio (Uruguay), «Por los Océanos», de la organización ambientalista Sea Shepherds (Uruguay). Su trabajo poético hace parte de las antologías: «La Diferencia de mi Desamor», «Antología de Poesía Contra la Dictadura», «Poesía Anti-imperialista», «Prólogo y Epílogo»,  y  «Gran Simio». Sus obras han sido publicadas en las revistas: Suma Cultural de la Universidad Konrad Lorenz de Bogotá, Taller de Luna y Sol, Letraylegal, Obsidiana (El Salvador), entre otras. Hizo parte de la iniciativa «La Poesía Lo-Cura», de la Casa de Poesía Silva y Feria Virtual del Libro de México. Ha publicado Itinerario de la Sed (2020). En el mes de mayo, saldrá Efímera Cura, su segundo libro de poesía. En 2023, verá la luz Amada Bogotá – Versos de Lluvia y Frío; en el que da cuenta del fuerte vínculo afectivo que lo une a dicha ciudad.


DEL SILENCIO

No vienen a mi mente
las palabras…

Vocablos preciso
con apremio
para decir sin torpes eufemismos,
sin la belleza falaz de la retórica,
del invierno que habita en
mis adentros,
de la hiel que mis venas
corroe,
del silencio atroz,
del mutismo brutal.
Requiero,
preciso,
necesito,
diccionarios
que acuñen nuevos
signos,
palabras certeras
para decir
del frío,
del vespertino ocaso,
del dolor de la noche.


PERDÓN, MEDELLÍN

Perdón, Medellín
por no cantarle
a tu suelo
en el que germinaron
rosas,
lirios y
cayenas
sobre lo que antes eran
charcos de sangre
enmohecida.

Perdón, Medellín
por no decir de
tu luz color durazno
que se filtra
por entre nubarrones
y hace de las montañas
un mosaico.

Perdón, Medellín
por no ponderar
la tibieza de
tu hálito
que conforta,
y el hielo
de la desesperanza
que se extingue.

Perdón, Medellín
por repudiar
tu maternidad fallida,
porque pariste
rufianes,
malhechores
y asesinos,
los acoges en tu pecho
y amamantas.

Perdón, Medellín
por no agradecerte
los diez lustros
en que habito
tu atiborrada casa,
me aguardas,
me besas al entrar,
y en mi mano
pones pan.

Perdón, Medellín
por serte infiel,
por amar a otra.


SUR

De espaldas,
crecen los barrios pobres
en las laderas áridas
de tristeza ocre.

Amorfamente,
ascienden las casuchas
hasta alturas
de vértigo
que la montaña agreden.

Famélica y sedienta
la Bogotá sureña
que en silencio subsiste
a la par del desdén
del cardinal opuesto,
aumenta con afán
su monstruoso tamaño.

Los lugareños,
de dolores llenos
sus vacíos bolsillos,
tallan el bermejo cerro
para erigir su hogar;
hogar de lata y teja,
casa de barro y hambre,
que la lluvia sacia
con sabor a sol.


YO ACUSO

En tu defensa salgo, Bogotá.

A tus detractores acuso
de traición.

A los que ante la multitud
te señalan,
te profieren insultos,
ruines juicios;
bizarra,
antipática,
hostil,
eres, según ellos.

Inhumana,
inmunda,
infame,
te dicen los arteros
y mendaces
que tu suelo
pisan y vulneran,
hasta tu anciana piel
hacen sangrar.

De proxenetismo acuso
a los truhanes,
que tu cuerpo explotan
y mancillan,
y al marcharse,
te escupen
y te insultan.

A los canallas,
que alardeando estupidez
tu linaje degradan,
comparándote
con la cuna de arrieros
y asesinos,
de primaveras de sangre
y silicona;
los acuso de inmorales,
de hienas,
de farsantes,
y a la hoguera les condeno.

A todos denuncio,
acuso y encarcelo;
a los que amor
te niegan
cuando hace frío.


FINAL

Que se arrojó al vacío
desde el piso dieciocho
sin dejar, siquiera,
la lastimera
nota del adiós.

Que su madre lo encontró
pendiendo de una soga,
morado,
inerte,
frío.

Que después de encontrar a su novio
en otros brazos, no los suyos,
bebió un frasco entero de somníferos.

«Cobardes»,
«débiles de carácter»,
«faltos de entereza»,
«vulnerables».

Me mofaba del dolor,
del llanto,
de la angustia,
del final,
del fango,
del adiós;
sin saber, hasta entonces,
que en la tristeza,
el respirar asfixia.
Que en el duelo,
el rostro pesa
hasta querer caer,
el sol no sale,
el ave no canta,
todo es tinieblas.

Tranquilos, Roberto, Carolina, Dora,
no saltaré al vacío,
no serán mis sesos,
ornato del asfalto.

No te preocupes, Niyireth, Shirley,
Teresita, Verónica,
no clavaré una daga en mis entrañas…

No tengan cuidado, nada pasará,
Felipe, Piedad, Luis,
no colgará mi cuerpo
de la inclemente soga
que mi cuello parta.

No teman amigos, vayan tranquilos,
no acabaré con mi vida,

                            ya estoy muerto.

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3 comentarios sobre “ANTOLOGÍA: EDUARDO GONZÁLEZ Deja un comentario

  1. Poeta Eduardo González:
    Gracias a la vida porque me ha permitido leerte felicitaciones, bebí extaciada hasta el último sorbo de tus versos.

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