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ANTOLOGÍA: DIANA LOBO

DIANA LOBO. Poeta y fotógrafa de Cali – Valle. Profesional en Licenciatura de Literatura de la Universidad del Valle. En la actualidad Estudia Maestría en Crítica y Difusión de las Artes en Universidad Nacional de las Artes – UNA en Buenos Aires – Argentina. Entre sus reconocimientos;  obtuvo el Primer puesto en la categoría de adultos en el IX concurso de poesía inédita de Cali 2014, bajo el marco del Festival Internacional de Cali 2014, con el poemario “Expulsión del Mundo”. Fue publicada en la antología “Palabras que Emigran” de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle del año 2015, en la Agenda Mujer Colombia 2015 y en las memorias del XVII Festival Internacional de Poesía de Cali 2017. En el 2019 obtiene el segundo puesto en la categoría Obra Abierta con el poemario “Anomalías” en el marco del XIX Festival Internacional de Poesía Inédita Cali 2019 y la publicación del poema “Hambre” en la revista digital mexicana Monolito. En 2020 publica la antología de autor “Anomalías” publicada por la editorial colombiana Seshat, y que hace parte de la colección Obra Abierta. Participó en la antología “Nueva poesía Vallecaucana” (2020) de la colección Fondo de Publicaciones del Valle del Cauca y en la antología de poetas colombianas “Vórtice lírico” (2020). Ha sido invitada a distintos encuentros en Colombia y el Exterior.


Bendito poeta de andén

Bendito poeta que siempre tienes un
chorro de aguardiente para dar,
benditos tus reclamos de indignación
contra el capitalismo,
la hegemonía de clase y de raza,
benditos tus odios y letanías de versos pluscuamperfectos,
ilegibles.

Benditas tus elegías al muerto,
a los amigos que te duelen antes de morir en la Cicuta.
Santo patrono de las libertades lingüísticas,
porque te cagas en el lenguaje,
y no te importa no ser invitado al convite mercantil
de la palabra en exhibición.

No te importa que te saquen
de los auditorios por tu carcajada
siniestra que a todos les da miedo.
Bendito seas,
porque te salís de la ropa con facilidad,
y te muestras furioso cuando es justo o no.

Bendito poeta que nunca
niegas un cigarrillo al necesitado.
Serías capaz de matar a tus amigos de aburrimiento
leyendo tus poemas de buseta,
extravagantes metáforas,
que nadie ha visto en su vida.
Vos que te rodeas de otros amigos poetas,
y siempre hacen fiesta donde les pesque la noche.

Sos capaz,
de poner el último centavo del
almuerzo para que tus amigos sean felices.

Bendito poeta de andén,
de métricas inacabadas
estrofas estropeadas
y onomatopeyas deliciosas,
gemidos que atraviesan la moral de los pudorosos
y los dejan muertos
de la vergüenza.
Bendito poeta de la ciudad,
quiero escuchar tus gritos de furia,
de Jattin,
de libertad poética.

Fuera de las exhibiciones
pulcras de los libros
que se venden o no se venden,
pero se ven bonitos como los
poetas que los escriben,
sin una raya,
sin un cabello que los despeine,
sin ninguna fisura en el alma visible,
todo tan limpio.
Bendito seas.


La expulsión del paraíso

Tendríamos que deshacernos de la vestidura de los cuerpos,
los reproches del mundo;
tendríamos que regresar al paraíso
infinito,
y desprendernos del mundo y sus ecos ruidosos.
qué bueno sería deshacernos
y ser otra vez en el paraíso.

Abandonar ataduras
y lanzarnos a un vacío sensual,
como si el tiempo y su rutina
no carcomiera lo íntimo.

Tendríamos que volver a nacer,
ser color
ser  cuerpo.

Tendríamos que ser otra vez
las expulsadas
de la memoria sagrada.

Tendríamos que ser ahora
las que comen de la manzana prohibida.

Y que el cielo siga tronando
y ese dios nos castigue,
por no acatar la regla.

 Y si yo fuera Eva,
comería mil veces
de esa manzana,
y si fuera Lilith,
exigiría la expulsión del paraíso,
volvería a ser la bruja, la puta, la maldita,
y condenaría al mundo a su propio hoyo
de asco,
sus sacrificios;
y a todos sus infiernos artificiales. 


El río de las Tumbas

Yo no sabía
sí aquello que bajaba
por el río Cauca
era una efigie natural,
o el cuerpo moribundo
de las ilusiones.

Yo no sabía
que ese animal inofensivo
picoteaba
y picoteaba
encima de nuestra historia.

Heráclito decía:
que no es posible descender
dos veces por el mismo río.

No sabía,
que el río es diferente,
pero sus muertos
siempre son los mismos.

No importa
si tenía nombre, si tenía madre,
si tenía entre sus pertenencias
sólo un número telefónico.

El río siempre trae de todos modos, un secreto.

Alguien que empuñó su mano,
y miró fijamente a los ojos

antes de apretar el gatillo.

Los pescadores cuentan
que todos los días caen desde lo alto
y que hay un lugar sagrado,
en el que desembocan todas las ilusiones.

Las familias esperan impacientes
su llegada,
las familias buscan una seña
que identifique sus ilusiones
desaparecidas. Yo no sabía por ese entonces,
que el río,
podía ser
fosa
y
al mismo tiempo, alimento


Bendición a los muertos

Ojalá que a los muertos 
no se les entierre en la memoria,
y les dejen la puerta medio abierta,
por si tienen sed, 
ojalá que a los muertos les escriban cartas,
les hablen a través del epitafio,
y les digan el último chisme de la casa.

Ojalá que a los muertos 
los llevemos dentro como una cicatriz
y no se los coman los gusanos del olvido,
ojalá que se hable de los muertos en la mesa
y se cuenten todos sus chistes,
se traigan de nuevo sus mejores momentos y los peores. 

Ojalá que a los muertos no se les eche tierra
con su mejor vestido,
y su fotografía donde sale sonriente 
como si no supiera que va a morir,
ojalá que a los muertos 
se les lleve serenata una vez por semana,
ramos de flores,
vino del bueno. 

Ojalá que se lloren los retratos de los muertos
y no se regalen los bienes más amados,
que la esposa no se case con otro, tan pronto.
Que los hijos no recuerden su última pelea,
y los amigos no tengan nuevos amigos 
que remplacen al doliente. 

Ojalá que se hagan fiestas en su honor,
que la profundidad donde esté, no sea tan fría,
y las campanas de los cementerios 
canten, hasta el amanecer las horas,
aunque los muertos ya no sepan del tiempo;
y tengan ellos infortunados
que enterrar a sus amigos
y a sus hijos,
y deambular en compañía de otros muertos familiares.

Mientras los muertos no sepan que están muertos
andan muy solos
caminando por callejones,
siendo ignorados por los vivos;
ojalá que a los muertos cuando les dé tristeza
encuentren  consuelo,
un solo recuerdo por el que valga la pena morir. 


Tres velas por mis muertos

Brindo al cielo una vela por mis muertos,
los bendigo hoy en el nombre del padre,
aunque al padre,

se le hayan olvidado los nombres de sus hijos.

Doy al reino de los muertos una vela,
por mis desterrados.

Brindo mis velas en nombre de cada uno de mis pares,
para que el tiempo y la distancia no eliminen las palabras,

y no me quede en silencio

sin gritar en libertad mis reclamos.

Otra para los indiferentes,
los pobres que no saben de su pobreza del espíritu,
y no sienten el peso del remordimiento,
ellos celebran en los velorios de nuestros muertos,

y los ignoran,

pisan la muerte y no se dan por enterados.

Tres velitas por favor,
por los vivos;
por el hombre caminando tranquilo en el parque,
por la mujer con voz de corriente de río
que no conoce de represas,
menos de fronteras hechas de cemento.

Y que las velitas nos acompañen,
antes de que lleguen los de siempre a silenciar la luz,
con el soplo eterno de la bala.

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