ANTOLOGÍA: ALEJANDRO CORTÉS GONZÁLEZ

ALEJANDRO CORTÉS GONZÁLEZ. Nació en Bogotá. Autor de los libros Notas de inframundo (Novela sobre el rock y metal en Colombia, 2010), Pero la sangre sigue fría (Poesía, 2012), Sustancias que nos sobreviven (Poesía, 2015), Del relámpago nacerán luciérnagas (Novela, 2018), Instantáneas dominicales (Poesía, 2019), Almanaque Bristol 1987 (Poesía, 2019) y El álbum púrpura (Poesía, 2021).
Ganador del Premio Nacional de Literatura de la Universidad Central en las categorías Novela (2009) y Cuento (2011) con “Él pinta monstruos de mar”. Ganador de la Beca de Circulación Internacional para Creadores del Ministerio de Cultura (2013), con la que participó en VII Festival Internacional de Poesía en París. Ganador del VI Concurso Nacional de Poesía UIS (2014). Ganador de la Beca para publicación de Obra Inédita del Ministerio de Cultura (2019). Ha sido invitado a encuentros literarios en Suramérica, México, Francia y Canadá. Fue vocalista y tecladista original de la agrupación Eternal Lament, vocalista de Los Malditos ConVersos y, actualmente, músico de Grave Compañía —ensamble de poesía y rock experimental—. Es director de talleres de creación literaria, director de la Fundación Trilce, coordinador del espacio cultural Trilce en La Galería y del Club de Poesía de la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá.
Intro
A escena una luz
y sólo una luz
Su delgadez cabalga un crujido de tambores y sintetizadores
Más crujidos
Destellos
Apagones
Entre los tambores se mezcla la obertura de una obra clásica
Serán las Valquirias de Wagner
o el Réquiem de Mozart
o el avance de El Acorazado Potemkin bajo la batuta de Meisel
Estamos vivos
Ya no nos vemos las caras
pero estamos más vivos que cuando nos podíamos ver
En este momento es la oscuridad quien nos muestra su cara más intensa
El galope crece
Ya no distinguimos tambores de teclados
ni Valquirias de Réquiems
ni destellos de apagones
La gente unifica un murmullo monótono antes del asombro
Nosotros:
la gente
Algo viene
Algo viene
Debe ser la nave púrpura que prometieron esta noche
Se siente en el murmullo colectivo y en el parpadeo de los reflectores
La nave trae cinco sombras eléctricas que ya nos miran desde el escenario
No los vemos ni los oímos
pero ahí están
Nos oyen
Saben que esperamos aquí por ellos
La ansiedad se lleva el aire de nuestros gritos
Están aquí
Ya no sabemos si los tambores son palpitaciones
o si los destellos son parpadeos de un ojo alucinado
No sabemos
Pero
De repente
Un golpe
y estamos a oscuras de nuevo
Un segundo de silencio
y todo suena y se ilumina
Por fin
Los vemos
los oímos
y no lo creemos
Por fin estalla la espera en un éxtasis de gritos
Aquí comienza la primera canción:
The Final Countdown
Oscila el espacio
algo viene o algo se va
Lo cierto es que son las tres y cuarenta
en un viejo reloj sobre las montañas de Suecia
No hay un conteo
sólo oscilaciones
El tiempo no se cuenta
pero sí se siente cuando nos arquea el cuerpo
Hay que salir de esta habitación con reloj
de este sobrevuelo de montañas
de este ruido acuoso de planeta
Siempre alegra un conteo
para marcar las últimas horas que haremos lo que ya estamos hartos de hacer
Oscila el trémulo del piano
y sigue vibrando
hasta su curva más alta
Luego
estalla un escenario
La elevación de la canción nos levanta los pies en saltos continuos
Estamos arriba
Joey Tempest canta las “o” de un coro espacial de bienvenida
Dejar la tierra da tanta tristeza como salir de la vida de una mujer azul
Hermosamente azul
Hemos vivido juntos tanto tiempo
que nunca nos imaginamos dar un paso fuera del otro
¿Eso es posible?
¿Es acaso el tiempo quien cuenta nuestros últimos pasos?
El espacio es una reproducción del vacío
De vez en cuando una estrella
un guijarro cósmico
un agujero negro
Espacio es la distancia insalvable entre dos manos hartas de estar unidas
Podemos explorar nuevos mundos
Podemos contar átomos fuera de la cápsula del comandante Tom
David Bowie lo hizo
Los átomos fueron un conteo de cabecitas negras sobre un pentagrama
que Joakim Larsson leyó y leyó
No hay aire fuera de nuestro lugar seguro
La gravedad se reduce al cordón umbilical
que ata a un astronauta a su nave nodriza
Si nada gravita nada flota
Si nada pesa nada es liviano
Un coro que advierte lo que está a punto de terminar
no es sólo un coro
es una letanía del espacio
donde un sintetizador pregunta y un humano responde
Y todos saltamos porque sentimos que nos vamos
Porque alejar los pies dos centímetros de la tierra
es acercar la frente dos centímetros a Marte
¿Será el Marte de Mick Mars?
¿Será la luna de Moonspell?
¿Será el Mercurio de Queen?
Europe puso los números finales para el despegue
Y allí estamos
solos
flotando entre nebulosas blancas y agujeros negros
sin motivación para movernos a ningún lado
Hace frío
Que nos muevan
Estamos solos
El invierno dura toda nuestra vida
Si al menos un disparo en la sien nos calentara las venas
Flotamos helados y solos sin la obligación de movernos
pero nos estamos congelando
En serio
hace frío
Las sombras se petrifican en el hielo
Un sintetizador al final del conteo
nos comprueba que realmente
nunca salimos de Suecia.
Dama de las noches Púrpura
Marta mira su cara en el brillo de una mesa
Dama de las noches Púrpura
de las noches Doors
de las noches Heaven
de las noches Open
de las noches Woodstock
de las noches Dynasty
Dama de las noches de más de veinte años de bares
que resisten el mundo fuera de la década
El sábado se exalta en las primeras horas del domingo
Neones sobre bambúes
Marta entre las mesas
Un adolescente tacha la palabra “amor” del pavimento
Un ebrio camina las paredes con los ojos cerrados
Marta discute y saluda
Marta abraza y pelea
Marta cruza la barra con un trapero
como un músico cruza la tarima con su guitarra
Nadie aplaude
Nadie enloquece
Qué gran solo de limpieza
Marta
Ey, Marta
Otra ronda, por favor.
Para Marta entre mesas y décadas
El álbum púrpura
Tres de la madrugada
El álbum púrpura abre su portada
en él se deshoja la noche
Un cuervo blanco escucha el santo y seña
y golpea tres veces una puerta clandestina
No te fíes de la luna
afuera está lleno de lobos
Cruza la puerta
sigue los escalones de niebla
Habrá manos buscando en tus bolsillos
Mira como si no estuvieras viendo
Camina por el videoclip de un mal sueño
Aprende a no estar del todo en un lugar
Esa parte de ti que dejas afuera
te rescatará cuando no puedas sostenerte
Bautiza las paredes con el nombre de tus caídas
—mi pared se llama Mötley Crüe
y va de púrpura a rojo
de tragedia a comedia
como la portada del Theatre Of Pain—
Baila tranquilo bajo las luces sucias
Un manto de ceniza esconde tus besos
Conquista trofeos de perdedores
Aquí todos exhibimos la derrota
Embriágate de notas amargas
del fluido elevado de la madrugada
y confórtate con el polvo que los lobos le raspan a la luna
Las bocas de cuatro décadas sacuden arena de tu memoria
y retumban los años del mundo
bajo el fuselaje de un submarino amarillo
Suena Separate Ways de Journey:
señal de que ha amanecido
Levanta la nariz del suelo
saca del baño tu garganta
recoge tus ojos del fondo de las botellas
reúne todo tu cuerpo tirado en las esquinas
Ya no hay lobos afuera
ni luna a la que puedan aullarle
Sal por la puerta del color del submarino
y cierra la cubierta púrpura de este vagar en la luz
La ciudad también escribe un álbum
Respira la niebla fresca de su primera hoja
Abre poco a poco los ojos al día:
Ya estás afuera
prendido y con sueño
en el andén frente a la avenida Caracas
como un muñeco de año viejo repleto de pólvora
que no ha terminado de explotar.
Para Púrpura en la noche y el amanecer
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