EL ÍDOLO EN BUCARAMANGA: MÁS ÍNTIMO
Por Steffany Hernández.
Fotografías por cortesía de La U Radio.
El pasado 26 de noviembre, en el Coliseo Bicentenario, se realizó el concierto del argentino Andrés Calamaro: un concierto que tuvo una gran participación de los seguidores del ídolo -como también es conocido-, en donde se pudo sentir a Calamaro un poco más cercano, más íntimo.
Esa noche, por primera vez, Andrés se presentaba en la ciudad, y sus seguidores nos dábamos cita en el Coliseo. Allí, a eso de las 7:00 pm, se podían observar las largas filas por las que ingresar y tomar puesto. La espera dentro del lugar no duró mucho. A las 8:00 pm se apagaron las luces y apareció él, vestido con un esmoquin negro, sus gafas negras y un pañuelo rojo en el bolsillo del saco; contrastando su elegancia con la sencillez del escenario y la de sus tres músicos.
«Hubo momentos incluso, en aquella intimidad entre artista y público, en que Calamaro no cantaba sino que dejaba que el público lo hiciera.»
Sin ningún tipo de preámbulo, cantó algunas de sus canciones al estilo de boleros, tales como Mi enfermedad, Algo contigo o Crímenes perfectos. La gente empezó a gritar de la emoción mientras a lo lejos se escuchaba “Te amamos ídolo”. Calamaro solo sonreía, y mientras cantaba, hacía sutiles movimientos de tango y paso doble, que se daban mano con la elegancia de su vestimenta. Hubo momentos incluso, en aquella intimidad entre artista y público, en que Calamaro no cantaba sino que dejaba que el público lo hiciera.
A eso de las 9:00 pm, Calamaro se relajó un poco más, y quitándose el saco negro con pañuelo rojo que llevaba, empezó a usarlo como si toreara a un bovino, mientras en el fondo la gente gritaba “Oleeee”.
«Las luces encendidas nos regresaron a la realidad que por dos horas se vio distraída al ritmo del ídolo.»
Pasaban los minutos, y en medio de canciones, el ídolo tocaba algunos instrumentos, haciendo que lo sintiéramos más cercano. Faltando aproximadamente unos 30 o 20 minutos para las 10:00 pm., Calamaro presentó a sus músicos, dió las gracias y se retiró del escenario. Todos nos quedamos expectantes, queríamos más de él. Al cabo de unos segundos regresan al escenario. Aplaudimos, pero sabíamos que ya estaba llegando la parte final del concierto. Cantó dos o tres canciones más, luego volvió a despedirse, y esta vez sí fue enserio, yendose con sus músicos, dándole las gracias a los bumangueses y a su buena acogida. Las luces encendidas nos regresaron a la realidad que por dos horas se vio distraída al ritmo del ídolo.
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