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ANTOLOGÍA: SVETLANA GARZA

SVETLANA GARZA estudió Lengua y Literatura Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM dónde más tarde cursó la maestría en Literatura Comparada (titulación en trámite). Es poeta, traductóloga y traductora de libros como “Trozos de mí” del poeta beatnik Bob Kaufman, de la novela “Entre Actos” de Virginia Woolf, “La Venganza del Saguaro” de Tom Miller, etc. Es autora del poemario de literatura erótica “La Rinoceronta en el Cuarto” (Editorial Letras Líquidas). Es creadora de los talleres “Taller de Poesía Porno: Poetízamesta” “Taller de traducción de poesía erótica” “Cómo hacer un párrafo” y “Traducción Divergente, nuevo paradigma o terrorismo del lenguaje”. Ha dado ponencias sobre traducción y traductología en diversas ediciones del Congreso Internacional de Traducción e Interpretación San Jerónimo. Ha participado en la gestión cultural de diversos eventos culturales y poéticos como es el caso de “Di-Verso, encuentro de poemas” “La Feria del Libro del Zócalo”, “Harmonía, Festival de Artes Ágora 2022”, entre otros. Su obra, además de en revistas independientes, ha sido publicada en el libro colectivo “Fantasías Desanimadas” de Editorial Literal y en la antología “Silueta: Narrativa y Poesía” de Colectivo Entrópico. Actualmente es profesora de traducción en la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción, traduce para Editorial Textofilia y su próximo libro de poesía erótica “Bestiario de mis eXXXes”, a cargo de Versodestierro, se encuentra en prensa.


Hija de la gran puta

Yo nunca me voy a dar a desear
Yo nunca me voy a dar a desear
porque mi madre y mi abuela
nunca me enseñaron cómo
Mi madre y mi abuela (es bien sabido)
nunca se dieron a desear
Provengo de una larga estirpe
de putas irredentas
(¿Qué clase de poesía es esa
en que le dices puta a tu propia abuela?)
Pero es que no hay otro modo
de llamar a esa señora.
Después de todo, es culpa suya
que yo no sepa darme a desear
Y no voy a darme a desear nunca
porque lo que quiero no es tu deseo
sino algunas de tus partes
las que caben en mi caldera
y ahí sueltan su hervor
Que el agua y la sopa hierven
que la sangre y la carne hierven
eso sí que lo enseñan las abuelas
de tanto hervir en carne propia
Eso sí lo aprendí bien
Hervir es la herencia de mi estirpe
(eso sí puedo enseñarte)
Pero yo nunca voy a darme a desear
porque lo que quiero no es tu deseo
sino saciar el mío


Mentiras del psicoanálisis

Para Adrienne Rich

Esta inconsistencia tuya
que me parte la cabeza,
me partiría el corazón
si todavía tuviera.
Tantos poemas
de tantas mujeres
sobre un amor voluble…
para un amor errático…
Algunos más ERrÁTiCOs que otros.
Mi loquero decía
que la respuesta era simple:
“No te ama”
(Otro que me rompió el cerebro)
Un diagnóstico clínico:
“No te ama”
Un portazo definitivo
“No te ama”
Ojalá las cosas fueran tan sencillas
y no que así les han enseñado a amar,
que nadie les ha enseñado a amar,
mientras que nosotras,
excluidas de la educación
y del trabajo,
no sabíamos otra cosa.


Poema nación

Dime suciedades en francés
y yo te respondo
con gemidos en español
para no perder la patria
la patria ante todo
porque sin tierra
una se marchita.
Siembra tus dientes
en mi espalda
o no te llames hombre
en ninguna lengua.
Imponme tu lengua
y siente
cómo se defiende
la mía
Colonízame si puedes
o riega de ti mi tierra
porque sin tierra
una se marchita.
Fúndete
Fúndame
Entierra tus muertos
en mi vientre
que yo les daré patria.


Hombre piedra

No creo que fueras de obsidiana
pero eras mi espejo negro
mi piedra humeante
redonda como un grito.

Cuchillo de pedernal,
me escogiste para afilarte,
tu roca ígnea intrusiva
bruñirla con mis vapores.

Amaba amanecer embarrada
de tus abismos hirvientes
empinada al despeñadero 
de donde brotaste monolítico.

Moldeado en magma y mugre.
basáltico y telúrico, te amé
pero no pude ser el viento
que te hiciera canto.

Atrás quedó solo el polvo,
granos encajados a mi espalda…
Cada uno un recordatorio
de que estoy viva.
Atrás quedó solo el tizne,
de tanta piedra de sacrificio.

Puente de ópalo y granito
preferiste volver a la tierra
desmoronarte en grava…
en dulce arena renegrida.

Entrada al Mictlán,
conducto o túnel de arcadas,
cuando moriste
atrancaste la puerta
detrás de ti.


El Martillo de Thor        

Tu arma se llamaba Miölnir;
no se llamaba, yo así le puse
forjada de tu hierro
en el horno de mis entrañas,
bautizada en el grial de mi boca.

Mjölnir, el triturador
empuñado por tus manos morenas,
más aptas para un guerrero jaguar
que para un dios nórdico rubio,
manos de guerra y sacrificio.

Nombrar es un acto de amor rotundo
y yo te di el nombre y el trueno,
germinado entre sus hermanos
de la tormenta de mis gemidos
en el retumbar de mi fragua.

A cambio solo te pedí una cosa
que cada golpe y estocada
esgrimiendo esta ofrenda mía
lo dieras en honor a nosotros
lo hundieras clamando por mí.

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