AGUA DEL DESIERTO PARA ESTA SED: MEMORIA DE ALGO MÁS QUE LA INFANCIA

Por Laura Mora1.
«Es la sombra del agua
y el eco de un suspiro,
rastro de una mirada,
memoria de una ausencia,
desnudo de mujer detrás de un vidrio.»
Jaime Sabines
Lo líquido nos conforma desde la creación: beber para atragantarnos, llorar para crear un nudo de gritos, y la lluvia, tristeza de Dios, como el silencio de la casa masacrada. El agua nos ayuda a arreglar el mundo, ahogándolo en las manos de una niña. Este acto, casi que heroico, es el que lleva a cabo Diana Peña en su nuevo libro Agua del desierto para esta sed, ganador de la Beca de creación para obra inédita de Poesía “Bucaramanga cree en tu talento” 2021, otorgada por el Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga, publicado con la Editorial Cometa.
Agua del desierto para esta sed es un poemario que, dividido en dos, nos recuerda la vida misma: nacer y morir, infancia y vejez. No hay un intermedio en la fatalidad que nos demanda reconciliarnos con las raíces. Diana nos lleva por un fluir en el que cada poema no es otra cosa que la melancolía del leer. Las palabras aquí son gotas: al recordar el campo que seguimos siendo, al mirar a una madre cada vez más marchita a causa de los tiempos en los que se peleaba por los colores, como los niños en la escuela. Los versos que nos regala la autora son lo fluvial de la vida, desde despertarnos con el olor de una hoja de eucalipto para ahuyentar lo malo de nosotros mismos, hasta el quitarnos la costra de las rodillas, solo para saber si seguimos vivos. En suma, es la niñez, esa misma que solo nos circunda en las sombras del día, en los muertos que contamos, la que nos hace creer en los acontecimientos volátiles de este libro.
A lo largo de su poemario, Diana nos hace una afirmación poética de la vida, en la que sí Dios sigue cortando sus uñas de la misma forma que nosotros, o mientras él siga mostrando sus pies al cielo y nosotros los veamos como fases de la luna, nada está perdido; pero, si el caso es otro, y él desaparece, como es su naturaleza, las tazas de café y su hilo en el viento nos darán algo más que la vida: la poesía. Con este libro, Diana Peña nos sienta a la mesa para saciarnos el miedo de ser víctima y victimario, para hacernos entender que el mundo nos encontró cansados de salvar a cualquiera y que solo el agua, venganza de nuestras madres, hará la justicia de nuestro existir. Agua del desierto para esta sed termina siendo así una secuencia de imágenes intermitentes, entre la crudeza de la infancia y la esperanza de convertirnos en algo más que el cuidado de los desaparecidos. Es un libro que nos invita a ser memoria y poesía de nuestros niños colgados, de esa niñez que ya no recordamos.
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1Laura Mora (2000). Docente y cofundadora del Colectivo Literario La Pedrada con el que ha publicado varios fanzines y traducido el libro Rough Words (2020); asimismo, ha participado en varias antologías distritales e internacionales de poesía y es colaboradora en traducción en la Revista Latinoamericana de poesía La Raíz Invertida.
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