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FALLIDOS EDITORES, O SOBRE LA LITERATURA DE COMBATE

Luego de la gira de medios de hace una semana, y la presentación de «XIII» en FUSADER el pasado 3 de abril, decidimos aminorar un poco el paso y aprovechar para hablar con los chicos de Fallidos Editores. Los invitamos a leer esta interesante entrevista mientras preparamos todo para el evento del próximo 6 de mayo en La Casa del Libro Total.

Por John Gómez.

Fotografías cedidas por Fallidos Editores.

JG: ¿Cómo nace Fallidos Editores?

FE: Fallidos Editores es un grupo de amigos escritores y profesionales en literatura de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín. Su líder, Alejandro Herrán, adquirió experiencia en varias editoriales independientes de la ciudad; siendo corrector y diagramador de proyectos editoriales adquirió la destreza de comprender el mundo del libro: los distribuidores, las librerías, litografías, las ferias de libros, la relación con los autores. En especial, como equipo, entendimos las pocas posibilidades que tenían los jóvenes (sin muchos recursos, que no ganaran becas, o estímulos, o premios) para editar su libro. Vimos cómo las editoriales solo querían publicar libros a costos elevados, a escritores de renombre o premiados. Entonces, ¿quién publicará los talentos emergentes?, ¿quién se arriesgaría a dar a conocer nuevas poéticas y narrativas del país? Teníamos claro que las becas y premios son bastante viciados, que son muy pocos, que las regiones periféricas están muy aisladas de los centros literarios del país y sus escritores no tienen impacto, que ni siquiera dentro de sus ciudades se conocen entre ellos.

¿Por qué ese nombre?

Creemos en la ironía socrática. Decimos que somos una editorial guerrillera en tanto somos capaces de hacer libros de combate: libros asequibles y pulcros para los lectores especialmente jóvenes. Creamos un “Manifiesto de los poetas fallidos”, allí dilucidamos nuestros postulados, en síntesis, hay una búsqueda mamagallista, que es como definimos nuestra generación, ¿qué significa esto? Queremos burlar las instituciones que han impedido que los escritores emergentes y las editoriales independientes puedan salir: Camlibro, editoriales multinacionales, librerías donde solo ponen en vitrina libros de autoayuda, festivales de poesía, la Social Bacanería, entre otros. Queremos, pues, proponernos como un colectivo de escritores que se apoye, retroalimente, consolide frente a los emporios editoriales que han sesgado la actividad literaria de los jóvenes en el país.

¿Cuál es el propósito de la editorial?

Lo que hay detrás de la editorial es un proyecto intelectual de gran envergadura; no se trata de editar e imprimir libros sino de unión de fuerzas dispersas y valiosos escritores desconocidos que podemos trabajar conjuntamente como grupo. Es la búsqueda de los nuevos tonos de la literatura colombiana, reevaluando la publicación de teatro, reflexiones de cine, poéticas de vanguardia, por medio de libros ilustrados y colecciones que soñamos entretejer de escritores de talla internacional.

¿Cuáles han sido los principales retos que han tenido que superar?

Los retos de la autosostenibilidad y la autogestión han sido los aprendizajes más valiosos. Hay una pregunta sobre nuestro modelo donde algunos de los escritores ponen parte del dinero. Dada la forma de trabajo las grandes editoriales se tiene el estigma de que el autor nunca debe pagar. Empero, de un lado tenemos autores que se pagan sus propias ediciones (casi un 50% del total de los escritores); del otro, grandes editoriales que solo retribuyen a sus autores con el 10% del valor del libro. Dada esta realidad, hemos entendido que para ser sostenibles y los autores valoren y resignifiquen su retribución, se pueda hacer un ejercicio donde lo invertido por los autores sea reintegrado en 300% y sea asequible para el autor invertir, además que el libro sea económico para la venta y el lector pueda acceder a él por su precio competitivo.

¿Cuál ha sido su mayor logro como editorial independiente?

Publicar más de 50 libros en un año nos enorgullece. Pero principalmente se trata de no ser una editorial regional más, sino una que impacte el país desde los escritores emergentes. Una editorial viajera, que haga contactos, pero no únicamente desde las ferias de libro de las diferentes ciudades, sino que le apueste a la visibilización de los escritores de las regiones. Que no tema publicar poesía ni teatro (por mito de que no es rentable) y que se atreva a ser una editorial que publique obras de autores colombianos olvidados.

¿Qué han hecho ustedes por transformar el panorama literario en relación a los autores emergentes?

Creemos que el panorama literario es posible transformarlo desde la materialidad, entendiendo los procesos de un libro (impresión offset y digital, laminado, grafas, refile, engomado) para abaratar costos y lograr producir libros asequibles. Por lo general las editoriales, o solo publican autores famosos, o a sus amigos (cuando son independientes), la forma de reevaluar la labor de un editor es la de ser un vehículo social del conocimiento, un editor no es solo el que dice qué libros se publican sino el que orienta una generación de escritores, los acoge, los reúne, los invita a trabajar por un mismo fin. De ahí que nuestra editorial no busque gran lucro haciendo ediciones económicas, sino que busca anchar el panorama literario desde los escritores jóvenes, dispersos y emergentes de muchas ciudades en el país.

¿Quiénes han sido los principales aliados para llevar adelante este proyecto?

Los principales aliados han sido los autores publicados. Ya que por medio de ellos hemos entrado a diferentes regiones, tanto a sus librerías independientes como al campo literario regional, por medio de veladas literarias y giras donde realizamos eventos culturales y lanzamiento de libros, y de la editorial.

Pero tener ilustradores aliados, litografías de gran formato cumplidas y de máxima calidad, madres cabeza de familia en la comuna 13 que cosen algunos de nuestros libros y un equipo editorial en crecimiento, son la clave para lograr generar un pequeño impacto en un medio editorial donde los lectores de Colombia prefieren comprar libros de autoayuda y se los recomiendan entre ellos.

¿En qué librerías y en qué ciudades podemos encontrar sus ediciones?

Algunas son: Medellín: Librería Mutante, Acontista, Al pie de la letra, Grammata, Exlibris, Librópolis. Bucaramanga: La Cingla, Profitécnicas. Bogotá: Librería Hojas de Parra, Wilborada, Ato Club, Casa de Poesía Silva, La Valija de Fuego. Pasto: Librería Camino a Casa, Shirakaba, Nuestra América. Cali: Libertienda, Fundación Casa de la lectura. Manizales: Librería Libélula, Jolly Rogers. Tunja: Librería Galara. Ibagüé: Librería U. del Tolima.

¿Qué criterios tienen en cuenta a la hora de decidirse a editar a un autor desconocido?

Hay dos formas de publicar con nosotros. Por convocatoria (se hacen 2 cada año), llegan más de 400 propuestas, elegimos 3 o 4 de diferentes géneros que nosotros solventamos económicamente, y otras 15 que apoyamos con el 60% del valor del libro. En este caso hacemos un filtro que primero busca calidad en la escritura, y segundo una propuesta estética singular. No estamos interesados en ser una editorial con todos los libros de una misma estética sino donde sea posible la polifonía. De ahí que en la última convocatoria publicáramos, libros de cuentos viscerales, filosóficos, realistas, costumbristas…

La otra modalidad, es la recepción de obras de cualquier escritor durante todo el año, donde nos envían obras de todo tipo,

¿Qué tan rentable es ser una editorial independiente?

Económicamente hablando sería mejor ser una entidad con recursos públicos o privados, pero creativamente no. Ser independientes nos permite hacer lo que queramos: ¿un premio de traducción? Lo hacemos. ¿Un cambio de logo premiando con un libro gratis al mejor? No tenemos que preguntarle a nadie. Nos ahorramos reuniones, hacer planes de gestión, ser completamente irreverentes con la institucionalidad. Creo, sin duda, que puede ser una editorial rentable mientras seamos ilegales, esto es, mientras no le tenga que pagar impuestos, declarar renta, iva, cree y tantas retenciones más que impiden que el arte sea asequible y sostenible.

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