TRIBUTO A THE CURE: GELBE KAT EN BPM
Por Alejandra Botello.
Fotografías por Katherinne Castañeda.
Con más de 30 años de sonidos, letras y un sinfín de emociones; destinada, como el nombre de la banda lo indica, a ser la cura, ¿de qué?, de cualquier cosa (es posible que de todo y nada a la vez); la mítica agrupación, formada en Crawley, Inglaterra, por Robert Smith, Michael Dempsey y Lol Tolhurst, tomó forma la noche del pasado 9 de junio en BPM. Una noche que pudo haber sido para muchos un “sábado de siluetas” más, Adrián Quintero, vocalista y guitarra rítmica del proyecto Gelbe Kat, junto a Jonathan Segura en el bajo, Josué Angarita en la batería y Andrés Pizza en la guitarra líder, quisieron, con su tributo a The Cure, ser el bálsamo que sacara del tedio y la rutina a todos los bumangueses que asistieron al evento.
Empezaron a tocar un poco tarde, pero bueno, ¿qué banda no se hace desear? De repente, los acordes llenaron el espacio, demostrando a los asistentes que la espera, había valido, y no precisamente la pena. Tocaron la mayoría de los éxitos de la banda, transmitiendo su energía a los emocionados asistentes.
«Destinada, como el nombre de la banda lo indica, a ser la cura, ¿de qué?, de cualquier cosa (es posible que de todo y nada a la vez)»
En la mitad del tributo se escuchan de repente las primeras notas de un tema que, con certeza, es de los más queridos por los fanáticos: Just Like Heaven, y sin duda alguna, soñaron para encontrar las diferentes maneras de hacernos brillar, y lo lograron; nos mostraron su “truco” y huimos con ellos a lo largo de la velada nocturna.
Como el postre que guardamos para después de cenar, Gelbe Kat se guardó las “tres fantásticas” para cerrar su tributo. Primero, Friday I’m In Love, y a pesar de no ser viernes, me enamoré y recordé por qué Cortazar tiene tanta razón al decir que “la música es el melancólico alimento para aquellos que vivimos de amor”. La penúltima, Lovesong, con el amor flotando en el aire, hizo que el público se sintiera más acompañado que nunca, y yo, personalmente, me sentí en casa, como una niña de nuevo. Al final, pero no menos importante, Boys Don’t Cry. No hubo necesidad de ocultar las lágrimas, pues los no niños lloraban, sino que reían, cantaban, gritaban y pedían más.
«La música es el melancólico alimento para aquellos que vivimos de amor.»
Pero como todo no puede ser flores, y resaltando que esto no tiene nada que ver con la energía de la banda y el tributo que presentaron, el sonido del lugar presentó algunas fallas a lo largo de la noche, lo que para mí evitó que me conectara más, que sintiera más. La voz del vocalista se oía opacada por los instrumentos, no sé si por problemas directamente con el sonido o porque a Adrián le faltó un poquito de fuerza para hacerse escuchar. Dicho esto, todo lo demás estuvo en su punto, tanto así que las personas dentro del bar pidieron “otra y otra”, a lo cual la banda respondió con agrado.
Sobre Gelbe Kat, y en palabras de Adrián, “para esta ocasión tuvimos como invitados especiales, pues contamos con Elkin y Camilo Adarme en los teclados (…) Este evento es el inicio de la banda. Estamos trabajando actualmente en un EP de 5 canciones que esperamos estar mostrando en el mediano plazo, a medida que podamos hacer presencia en eventos en la ciudad. Paralelamente a eso, estamos terminando los detalles de la página de Facebook e Instagram de la banda, en donde estaremos posteando el material relacionado con nuestro trabajo lo más pronto posible”.
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