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EL LADO B DEL CONCIERTO DE LOS ROLLING STONES EN BOGOTÁ

Lado B

LAN frustra concierto de los Rolling Stones a fanáticos Bumangueses

Por Ella Carolina Cardona.

Fotografía de Daniel Cely.

Tomado de Revista La Chueca.

El pasado 10 de marzo se realizó en Colombia el que podría ser el más grande acontecimiento musical en la historia del país. La banda inglesa “The Rolling Stones”, uno de los hitos universales del rock, se presentó en el Estadio de Nemesio Camacho «El Campín», de la ciudad de Bogotá, y para los amantes de este género musical fue una experiencia insuperable e inolvidable.

Los asistentes a este evento adquirieron sus entradas desde octubre del año anterior, a unos costos muy elevados y en condiciones de abuso e intriga por parte de las entidades promotoras del evento, pues pasado el primer día de ventas ya no existían boletas disponibles, lo que produjo un alto grado de especulación. Posteriormente hubo una segunda venta, ya en fechas cercanas al evento, en la cual, inexplicablemente, había de nuevo disponibilidad en todas las ubicaciones.

«Fanáticos y apasionados saltaron por encima de los condicionamientos y los obstáculos, y muchos incluso pagaron precios de dos o tres veces el costo de las entradas»

Pese a estas irregularidades, fanáticos y apasionados saltaron por encima de los condicionamientos y los obstáculos, y muchos incluso pagaron precios de dos o tres veces el costo de las entradas para no perderse la experiencia única, histórica e irrepetible de escuchar a la banda en vivo y en directo.

Sin embargo esta historia épica de muchos de los ansiosos y enérgicos rockeros del país no tuvo final feliz. Para más de 25 fanáticos Bumangueses, el día tan anhelado se convirtió en una fatal historia de suspenso, horror y finalmente tragedia, por cuenta del mal servicio de transporte aéreo de la aerolínea LAN.

«El vuelo cerró las puertas e inicio el proceso de arranque, pero pasados unos minutos fue evidente que había problemas.»

Para aquellos que cumplen horarios de trabajo rigurosos, la posibilidad de llegar a Bogotá a la hora programada del evento, que era a las 6:00 p.m., estaba ubicada en el vuelo Bucaramanga – Bogotá, de 2:40 p.m., que cubría esa aerolínea. A tiempo y por itinerario, el vuelo fue abordado por más de 120 personas, entre estas, casi 50 que asistirían al evento, lo cual fue fácil de detectar por que portaban camisetas y atuendos acorde con la situación, y por la especial animosidad e ilusión que se sentía en el ambiente. El vuelo cerró las puertas e inicio el proceso de arranque, pero pasados unos minutos fue evidente que había problemas, pues el motor no se encendió y comenzó una zozobra creciente a medida que el calor empezaba a sentirse dentro del avión, ya que no había logrado encenderse tampoco el aire acondicionado, y este fue el bochornoso presagio de lo que en adelante ocurriría.

Cuarenta minutos después, y en unas condiciones de temperatura casi insoportables, el piloto solicitó que todos bajaran del avión y manifestó que se había detectado una falla técnica que impedía salir con garantías de seguridad (entiéndase, una falla técnica cuando el avión estaba a punto de salir). Así las cosas, los pasajeros se vieron obligados a desembarcar, y aquellos que se dirigían al concierto manifestaron la urgencia del viaje y las razones de tal urgencia, solicitud ante la cual la compañía hizo oídos sordos y comenzó una espera interminable de minutos y horas que se hacían eternas, durante las cuales, eventualmente, se asomaba una de estas niñas con cara de “no me importan sus problemas”, que han entrenado sabiamente para lidiar con estas situaciones, a “informar” que aún no había información sobre el tiempo del arreglo o el estimado de salida.

«esperanza que se agotó tras los primeros acordes de «Jumpin’ Jack Flash», que sonaban distorsionados desde un celular y que hizo que finalmente las lágrimas brotaran.»

Siendo las 5:40 p.m., de una forma sospechosa y cósmica, la auxiliar de vuelo anuncia que el avión está listo. Segundos después, la aeronáutica del aeropuerto de Palo Negro anuncia por altoparlante que hubo un daño en la torre de control de Bogotá y que todos los vuelos quedan cerrados indefinidamente. Luego de eso, cada minuto que pasaba iba menguando la esperanza de poder llegar, esperanza que se agotó tras los primeros acordes de «Jumpin’ Jack Flash», que sonaban distorsionados desde un celular y que hizo que finalmente las lágrimas brotaran en un silencio sepulcral con el que se enterraron las ilusiones que unas horas atrás iluminaron el ambiente.

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