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NIGHT IN TECHNICOLOR: COLDPLAY EN BOGOTÁ

Por Mauricio Zapata García.

Fotografías cedidas por OCESA COLOMBIA.

Tomado de Revista La Chueca.

“Let us fight to free the world – to do away with national barriers – to do away with greed, with hate and intolerance. Let us fight for a world of reason, a world where science and progress will lead to all men’s happiness. Soldiers! In the name of democracy, let us all unite!”.

Con uno de los discursos más memorables de la historia del cine, aquel que inmortalizó a Charlie Chaplin en el papel de El gran dictador, la banda británica Coldplay dio apertura a su concierto en Bogotá, como parte de la gira promocional homónima de su más reciente álbum: A head full of dreams. Fue una noche cargada de música, emociones, luces y, sobre todo, color.

«Los vítores y las ovaciones retumbaban cada vez que la londinense, con un cañón en lugar de garganta, elevaba su voz hacia notas que bien podrían tocar el cielo.»

La encargada de abrir la noche fue Elsa y Elmar, quien presentó en vivo su propuesta de lo que ella misma se ha encargado de llamar “pop espiritual”. Desafortunadamente, y como ocurre generalmente en los conciertos de estas proporciones, gran parte de los asistentes no tardó en mostrar su descontento, alegando que ya era hora de que saliera Coldplay, que el telonero debió haber sido una de las bandas locales de siempre, y demás excusas que encontraban a su paso para demeritar el show de la colombiana. Sin embargo, este no es el espacio para abordar el desdén de muchos por las apuestas de la escena musical nacional.

Luego de la presentación de Elsa y Elmar, salió a tarima Lianne La Havas y su banda. La británica hizo de su show una descarga eléctrica que enardeció el ambiente de todo el estadio. Pese a que eran contadas las personas que conocían sus canciones, que van desde el folk hasta el soul, Lianne se las ingenió para contar con la participación de todo el público en algunos coros. Los vítores y las ovaciones retumbaban cada vez que la londinense, con un cañón en lugar de garganta, elevaba su voz hacia notas que bien podrían tocar el cielo. El tiempo de Lianne La Havas se acabó, pero antes de irse expresó su deseo por regresar a Colombia en un futuro, a lo que los asistentes celebraron manifestando lo mismo.

«La emoción hizo que la caída de Chris, mientras corría por la pasarela para saludar a los espectadores, pasara desapercibida.»

Los minutos que siguieron fueron de ansiedad absoluta; ya los actos preliminares habían finalizado y la espera para llegar a ese momento pareció una eternidad. Pero finalmente, y como sucede en muchos momentos de la vida, se apagaron las luces y lo mejor comenzó.

Después del discurso de Chaplin, que no hacía sino acentuar la tensión, El Campín se iluminó de rojo gracias a las Xylobands –las pulseras luminosas oficiales del tour- y en el escenario, aún a oscuras, se escuchó el intro de A head full of dreams. Un haz de luz salió despedido del techo de la tarima y detonó en el aire, el escenario se iluminó y Chris Martin, Jonny Buckland, Guy Berryman y Will Champion ya eran visibles. La emoción hizo que la caída de Chris, mientras corría por la pasarela para saludar a los espectadores, pasara desapercibida. Yellow fue la siguiente en la lista y puso al estadio a cantar al unísono, de principio a fin. Every Teardrop is a Waterfall y posteriormente The Scientist iban avivando cada vez más la atmósfera, y el público, consciente de que la espera había concluido, se esmeraba por corear “nobody said it was easy, no one ever said it would be so hard”.

«El cielo se iluminó por última vez con la pirotecnia y Will, Guy, Jonny y Chris se marcharon del escenario entre ovaciones.»

Así mismo, interpretaron Birds, sencillo del nuevo álbum; Paradise, enmarcado nuevamente por las Xylobands y la pirotecnia; Everglow; Magic; God put a smile upon your face, una de las canciones que rompe el marco de pop-rock de amor que se le ha otorgado a la banda británica. Un inconfundible intro anunciaba Clocks en medio de una proyección láser. A esta le siguieron Charlie Brown, Hymn for the weekend y Fix you, en la que la banda se detuvo por completo un momento para dejar que la multitud finalizara el coro. David Bowie conoció El Campín, al menos de manera indirecta, durante la interpretación de Heroes. Todos pudimos evocarlo al entonar “we can be heroes just for one day”. Nadie dijo que para conocer un lugar hay que estar presente. Más tarde oímos de viva voz la historia de un rey derrocado y desprovisto de todo poder: Viva la vida.

El epílogo del show estuvo conformado por Adventure of a Lifetime, en la que decenas de globos gigantes fueron soltados entre los asistentes; Us against the world; The hardest part, a petición de una asistente mediante la iniciativa de redes sociales Coldplay by request; See you soon, canción que durante diez años no tocaron en concierto; Amazing day; A sky full of stars y Up & up. Cabe destacar la lluvia de confeti y los fuegos artificiales, constantes en la mayor parte del concierto. Varias canciones se quedaron por fuera, caso de In my place, Gravity, Trouble e incluso Shiver, pero eso es cosa de cualquier concierto. Coldplay se despidió de Bogotá, no sin que Chris Martin dijera “we’ll be back soon, I promise”. El cielo se iluminó por última vez con la pirotecnia y Will, Guy, Jonny y Chris se marcharon del escenario entre ovaciones. Después de todo, habían sido héroes al menos por una noche.

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