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FESTIVAL DE LA TIGRA 2018

Por Laura Camila Pinilla.

Fotografías por Andrés Lamus.

El pasado 19 al 21 de enero, el municipio garrotero fue anfitrión de uno de los eventos culturales más esperados por los cientos de fanáticos, artistas y promotores culturales: la segunda versión del Festival de la Tigra, Piedecuesta Ruge.

Más de 7.000 asistentes disfrutaron de la cita que se dio en el Parque Principal y en el Centro Cultural Daniel Mantilla Orbegozo, para disfrutar de la variada oferta cultural y académica que brindó este festival. Hubo música para todo público y para todos los gustos, así como también talleres y conversatorios que complementaron este escenario musical.

«La idea de hacer un festival de dicha magnitud en Piedecuesta, fue de un digno representante de la idiosincrasia municipal.»

La idea de hacer un festival de dicha magnitud en Piedecuesta, fue de un digno representante de la idiosincrasia municipal, Edson Velandia. Este músico, nacido y criado en el municipio ha llevado la rasqa a un sinnúmero de países durante su carrera artística. Según él “no es necesario salir de la localidad, ni del país para promover un evento de esta magnitud en donde se exalte la cultura y los talentos que tenemos en nuestra región”.

Para esto, Edson se dio al trabajo, junto a un equipo de colaboradores, de gestionar este evento, que más que una gran fiesta, es un encuentro entre músicos con el objetivo de crear un espacio en Piedecuesta que no era común.

«Recuperar el uso del Centro Cultural de Piedecuesta Daniel Mantilla Orbegozo.»

Esta breve temporada en el año, se caracteriza, porque el motor principal es la integración entre los músicos sin limitar sus géneros. “El Festival de la Tigra, tiene un perfil diferente al resto de festivales donde hay unos presupuestos y se pueden contratar artistas. Aquí no hay ese mecanismo de contratación, sino que todos juntos somos un gran equipo organizándonos para tocar, bajo la dirección de un combo fijo que convoca a dicha integración”, afirma Velandia.

Otro de los objetivos del festival del cual se hizo énfasis, es recuperar el uso del Centro Cultural de Piedecuesta Daniel Mantilla Orbegozo, llamado popularmente ‘elefante blanco’. En repetidas ocasiones los organizadores hablaron de la apropiación de este espacio que aún se conserva en buenas condiciones para el teatro, circo, música, y demás.

«Promover esa fuerte ola cultural en la que se destaca Piedecuesta.»

Edson es un empedernido cultural. Sus ideas impulsaron una temporada en donde, a través de la música, los talleres y el público, se fortaleciera la escena en todos los sentidos: desde la gestión que conlleva este magno evento, hasta el nivel de esteticidad que se logró con esta proyección.

Primer día: La versión 2018

En años anteriores, los piedecuestanos, tanto artistas como amantes de la música tenían que conformarse con los pequeños eventos organizados por bandas locales, o en su defecto, a salir de la ciudad para poder disfrutar de un espacio cultural amplio y diverso. El Festival de la Tigra llegó a transformar ese conformismo y tradición, y a promover esa fuerte ola cultural en la que se destaca Piedecuesta.

En la segunda versión del festival se despertaron toda clase de sentimientos entre los asistentes, que vivieron minuto a minuto las sorpresas durante los cuatro días. La primera fecha, fue el jueves 18 de enero, en la que inauguró el grupo de jóvenes asistentes al taller de improvisación de vientos. En el Parque Principal se agruparon las personas al escuchar los sonidos provenientes de bombardinas, flautas, trompetas, clarinetes, saxofón y hasta armónicas guiadas por el maestro Sebastián Rozo, y al que llevaron a todo el público en una comparsa hacia el ‘Elefante’.

«Una puesta en escena tan particular en la que se cambió la típica batuta de orquesta por una macheta.»

Al frente del edificio se aglomeraron las personas cuando empezó el performance de Manuel Gustavo Chacón, amenazando con tirarse desde lo más alto. Lo curioso del asunto es que lo que se iba a ‘tirar’ era un poema, en modo de homenaje al líder sindicalista asesinado.

En el auditorio comenzó el Dúo Chispún y León Pardo con música experimental, seguido de los Gegé con coplas y cantos llaneros. Afuera del auditorio acompañó el músico chileno Juan Francisco Lastra y el Colectivo Gallo Fino. Para finalizar con broche de oro el primer día de festival, la Banda de Músicos de Piedecuesta interpretaron la Sinfonía 8 bajo la dirección de Edson Velandia, en una puesta en escena tan particular en la que se cambió la típica batuta de orquesta por una macheta.

Segundo día: Piedecuesta está de fiesta

La agenda del viernes 19 inició a las 8 a.m. con el Taller de desarrollo de giras, a cargo de grandes promotores culturales como José Ricardo Alzate, Laura Restrepo y Eduardo Quesada. Este taller fue dirigido a miembros de bandas locales y emprendedores, y en él se entregaron herramientas teóricas y prácticas para el desempeño en los diversos campos de la gestión cultural, con énfasis en el desarrollo de iniciativas musicales. Se tocaron temas como Gestión cultural, ¿Cómo girar dentro y fuera del país?, Formulación de proyectos y políticas culturales y Crowdfunding.

Además de esto, un Taller de creación de títeres acompañó la agenda académica en la Casa Cultural Kussi Huayra.

«La mujer santandereana, como una mujer berraca, ‘echada pa’ lante’ y que no le queda grande nada.»

A las 4:00 p.m. el Parque Principal se llenaba de personas a la expectativa de lo que iba a suceder. Cientos de jóvenes vestidos con la ‘auriverde’ esperaban con ansias la murga cumbiera de La Banda del Leopardo. Finalmente, a través de un FlashMob hicieron su puesta en escena y se prendió la zona de un ambiente fiestero, resonando las mismas canciones que se tocan en el Alfonso López en cada encuentro deportivo del Atlético Bucaramanga.

Una hora más tarde, reiterando la alegoría regionalista, salió a brillar Granito de Oro. Una artista piedecuestana de la familia Velandia que conquistó al público con sus canciones al ritmo carranguero, y contando en cada una de ellas las cosas por las que ha tenido que pasar en la vida. Por medio de su representación busca reafirmar la imagen de la mujer santandereana, como una mujer berraca, ‘echada pa’ lante’ y que no le queda grande nada.

«La plazoleta se vestía de negro, y un concierto de 45 minutos logró hacer ‘poguear’ a cientos de los asistentes.»

Ya en el Elefante, se presentó el artista chileno Juan Francisco Lastra con su sencillo Instinto Canino, que puso a cantar a todo el auditorio con sus letras de protesta y reflexión social. Seguido de esto Tristán Alumbra y el Ojo de la Pólvora con su género experimental.

Retornando al Parque Principal se presentó Basura S.A, una de las bandas más aclamadas por los jóvenes amantes del Punk. La plazoleta se vestía de negro, y un concierto de 45 minutos logró hacer ‘poguear’ a cientos de los asistentes.

«La fiesta se prendió y no importó la pena, la edad o género.»

Para finalizar, la agrupación de salsa Altibajo Latin Son atrajo a mucho más público del esperado. La fiesta se prendió y no importó la pena, la edad o género para que entre todos se sacaran a bailar.

Tercer día: El aforo revienta a Piedecuesta

En el Parque Principal inicia el show, que es resultado del encuentro de dos grandes. Iván Gaona, el director de la película santandereana Pariente, (que ganó 9 premios Macondo del cine colombiano y fue escogida para representar a Colombia en los premios Oscar) de la mano con la legendaria compañía de teatro y circo que se ha destacado internacionalmente, Incubaxion.

En la obra teatral, que duró cerca de una hora, los integrantes realizaron acrobacias, zancos, malabares, fuego y música en vivo. Con el ojo cinematográfico de Gaona, se enfocó la presentación al tema trascendental de las elecciones, de la cual el público hizo parte.

«Una catarsis de memoria histórica y experiencias con los actores armados insurgentes del país.»

Seguido de esto, en la tarima el reggae y el hip-hop se hicieron protagonistas con la banda piedecuestana Natural Family Crew. Oscar Alviar se lució con el porro y Macías el cantor de lejanías, expuso en las letras de sus canciones una catarsis de memoria histórica y experiencias con los actores armados insurgentes del país.

Nathaly Rubio y la Coral Universitaria de la UIS descrestaron a los espectadores en el auditorio. La obra fue “1985”, en la cual relataron con música en vivo el monólogo del comandante Rubio que vivió de cerca dos hechos históricos para ese año: la toma del Palacio de Justicia y la Tragedia de Armero.

«Todos disfrutaron de tal forma la presentación, que hasta un niño del público se subió a bailar.»

Finalmente, la banda que todos estaban esperando. Velandia y la Tigra en la plazoleta principal con sus éxitos “La nevera”, “El siete manes” y “La antropología”. Con el lugar a reventar, todos disfrutaron de tal forma la presentación, que hasta un niño del público se subió a bailar. Las actitudes de los asistentes dieron cuenta del agradecimiento hacia al gran Edson por traer este anhelado espacio a la ciudad de la mora y del tabaco.

Cuarto día: Se cerró con broche de oro

El domingo remató el festival, y por ser el día de ‘descanso’ el pueblo reunió, como de costumbre, a las familias en el Parque Principal. La fiesta la siguió a las 4:00 p.m. una comparsa, la Asociación Banda de Músicos de Piedecuesta junto con Germán Velandia, Carmen Cecilia Díaz, Los animistas e Iván Lozada.

Lo que más destacó del festival fue la diversidad de géneros, por esto, hubo también un espacio para el metal con la banda Borroza. Luego, en el elefante hizo su debut la agrupación francesa Life is not a picnic, en colaboración con jóvenes estudiantes de música de la UIS. En escena estaban 15 artistas que a través de instrumentos de viento, percusión, batería, teclado y bajo deleitaron a los asistentes con canciones de vals, salsa, mambo y soul interpretadas en italiano y francés.

«Al final los aplausos parecían no dejar de resonar como homenaje y agradecimiento.»

Luego, hizo su aparición la pianista antioqueña Teresita Gómez. Su historia de vida y su gran trayectoria la llevaron a ser una referencia artística emblemática para muchos músicos y aficionados del país. A sus 75 años sus manos condujeron a una escena completamente mágica, en donde al compás de un cortometraje se le daba vida a la imagen. Al final los aplausos parecían no dejar de resonar como homenaje y agradecimiento a esta gran luchadora, artista y defensora de derechos de la mujer.

El remate al evento lo hicieron artistas como el Tocayo Vargas, representante de la carranga, la Papayera Caleta y el Colectivo Gallo Fino.

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