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PRÓFUGOS EN EL TEATRO CORFESCU

Por Paula Corzo.

Fotografías de Juliana Ussa.

El pasado viernes 17 de Febrero, el magistral escenario del Teatro Corfescu se vistió de gala. La noche olía a pola, a cigarro y a expectativa antes de entrar al auditorio. El sonido de la primera corneta puso a los espectadores a ubicarse en sus asientos, inquietos, con intriga; el escenario a oscuras era el telón perfecto. Una pequeña pantalla blanca nos hacía esperar los avisos para cargarnos de energía, porque esa energía fue lo que abrió este evento.

Un poderoso tributo a su majestad Soda Stereo, un homenaje que empezó con toda, desde la primera canción hasta la última del repertorio, con sorpresas gratificantes y que nos dejaron pasmados en más de una ocasión. Con un auditorio casi que a tope, y con el murmullo de las gargantas especulando cuál sería el inicio, cuál sería la apertura, el show comenzó.

«Un dúo dinámico de guitarristas que nos ponía a mover el cuello perdidos en el exquisito vaivén de solos»

Prófugos, una genial banda tributo conformada por puro talento local: Mauricio alias Empanada en la batería, Oscarete en el bajo, Julian Quijano en la guitarra eléctrica, otro tocayo, Julián Silva, en los teclados, coros, voz y guitarra eléctrica; y la resonancia de la espléndida voz de Ángel Parra; nos cautivó sin descanso por el soberbio acople de músicos, que no era para menos si lo que se trataba era de evocar la gloria de una de las bandas más grandes históricamente, representativa e inspiradora como lo era y seguirá siendo Soda Stereo.

La voz de Julián Silva abrió el prontuario con “Juegos de Seducción”, un perfecto estalle sensual para poner a calentar las voces del ya animado público. Ya para la segunda entrega de la banda, Ángel Parra tomó la batuta del micro inalámbrico y siguió con el hilo sugestivo al cantar “Entre Caníbales”, mientras el solo acústico de Julian Silva llenó el aura con furor palpable. La cosa era imparable, “Disco Eterno” y “Sueles dejarme solo” fueron los temas contiguos, donde en este último hubo una imponente entrada de la guitarra eléctrica de Julián Silva que dejaba a un lado las teclas, y donde el tocayo Julian Quijano hizo también un intrépido aporte a tremenda explosión de cuerdas: un dúo dinámico de guitarristas que nos ponía a mover el cuello perdidos en el exquisito vaivén de solos. “Cuando pase el temblor” puso a aplaudir y menear hombros y caderas aglomerados en las sillas al ser glosada de forma sublime, y “Primavera cero”, esta vez en voz de Julián Silva, le alcanzó después.

«Como un rayo caído del cielo, los espectadores fuimos electrocutados con la imperiosa entrega de una de mis canciones favoritas de Soda»

El ambiente se apaciguó un poco cuando de nuevo, al mando del vocalista de Tres y Yo, la banda nos cautivó mientras él, sentado al borde del escenario, cantó el melancólico “Té para tres”, inoculando así la suavidad bajo el dulce maleo de la guitarra de Julian Silva. Le siguió “Signos”, y para “Zoom” Ángel Parra tomó sorpresivamente la segunda guitarra eléctrica haciendo un acompañamiento en esta canción al poderoso dominio de riffs y solos en manos de Julian Quijano.

Como un rayo caído del cielo, los espectadores fuimos electrocutados con la imperiosa entrega de una de mis canciones favoritas de Soda: “Ángel Eléctrico”, la cual nos cargó la batería indudablemente, y sin sospecharlo nos preparaba para soltar todo ese voltaje en las siguientes entregas que venían sin anunciarse.

«Mientras ellas bailaban en el tiempo y el espacio, el vocalista hizo uso del inalámbrico paseándose por todo el auditorio e interactuando con el público.»

El vocalista cedió el micro y el escenario en su totalidad cuando decidió presentarnos a uno de los estalles más brutales que tuvo la noche, la participación de Víctor Zapata (Vitty), quien con melismas análogos al gran Cerati nos regaló su voz. Con vibraciones muy al estilo Soda interpretaba “Un misil en mi Placard”, ganándose así chiflidos de admiración, declaraciones de amor del público y todo un vuele de dinamita incalculable cuando por segunda vez se adueñó del micro y cantó, acompañado todo el tiempo por el público, su declarada canción favorita de la banda: “Persiana Americana”.

De vuelta al rodeo, Ángel retomó el control en cuanto a la voz principal, y con dulzura dilucidó la bella canción “Corazón Delator”, lo que fue un bajón a las revoluciones vividas anteriormente y se trasformó entonces en un trago de suave sensualidad, una entrega bastante emotiva para muchos de los que allí estábamos. Los clásicos “Ella usó mi cabeza como un revolver” y “Trátame Suavemente” fueron las siguientes entregas, y mientras ellas bailaban en el tiempo y el espacio, el vocalista hizo uso del inalámbrico paseándose por todo el auditorio e interactuando con el público, que respondía siempre con fuerza a cada uno de los pedidos de Parra porque se adueñaban de su voz al cederles el micro unos instantes.

«Con ese bravo y frenético regreso al tempo de la canción, alentó a la ciudad bumanguesa allí reunida y logró contagiarla de esa particular furia argentina.»

Preparando la partida, ahora retumbaba en nuestros oídos “En la Ciudad de la furia”, con el toque femenino de una amiga cercana perteneciente también a la escena local: Ana Naranja, como invitada especial. Tal como era de esperarse, esta canción tuvo una buena combinación de guitarras del dúo a manos de Julian Quijano y Julian Silva, que tras un pequeño instante de silencio corroedor presentaron vigorosamente al dueño de las baquetas, Mauricio (Empanada), y quien con ese bravo y frenético regreso al tempo de la canción, alentó a la ciudad bumanguesa allí reunida y logró contagiarla de esa particular furia argentina.

Haciendo honra al nombre de la banda tributo, “Prófugos” fue el tema con el que buscaban partir del escenario, y que coreado por el auditorio, hacía notable que por mucho que los músicos quisieran no podrían despedirse así, obligados con un gesto notable de agradecimiento (por los gritos del público) a volver al escenario, luego de abandonarlo, con todo y sus invitados especiales para regalarnos el clásico de clásicos “Música Ligera”.

«Casi dos horas desbordantes de talento local con todo el profesionalismo y respeto que merece un tributo de esta escala.»

Así pues, para quienes asistimos fue todo un honor y un orgullo poder disfrutar de casi dos horas desbordantes de talento local con todo el profesionalismo y respeto que merece un tributo de esta escala para la legendaria Soda Stereo. Un GRACIAS TOTALES a la banda Prófugos, a los organizadores, a los espectadores por su energía siempre palpable y latente; y sin duda a Corfescu por disponer el lugar para esta colosal entrega musical.

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2 comentarios sobre “PRÓFUGOS EN EL TEATRO CORFESCU Deja un comentario

  1. Debe ser difícil hacerle un tributo a una banda que emite en sus canciones un sonido tan mágico y eléctrico que cautiva a todos los fans, sin embargo, con gran autoridad y talento, prófugos logró cautivarnos a quienes tuvimos la fortuna de asistir a un tributo que por momentos si cerrábamos los ojos, podíamos sentir que era Soda y que el espíritu de Gustavo estaba en la sala coreando las canciones y siendo un espectador más. Para quienes nos quedamos con esta música como los himnos de nuestra vida, estos homenajes nos llenan de furor y esperanza de que la buena música sigue viva. SODA POR SIEMPRE

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