ANTOLOGÍA: ALEJANDRO FRANCO

ALEJANDRO FRANCO. Nació en Guadalajara, Jalisco, México (1979). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Ha colaborado con poemas en diversas revistas digitales. Su primer libro de poesía, Tu rostro sin ti (Acento Editores), se publicó en mayo de 2019. Su segundo poemario, Ramaje de sangre (Ediciones el viaje), acaba de ser publicado en diciembre de 2021. A este último pertenecen los presentes poemas.

Destilaciones nocturnas

Tras la exhalación de marzo
se decolora el reflejo de la luna
El horizonte enferma
y desfallece en un lecho de frondas amarillas

Pájaros descienden en el jardín
y beben de mis grietas un grito náufrago
Sed de nombres
que se evaporan en la boca
al pronunciarlos
Hoguera de otras tardes, de otro sol oculto
crepitando en la garganta

Destilo oraciones por cada senda
y escombro del pasado
hasta que la luna coloree una vez más
y no dejen de crecer los árboles
que habrán de traspasar el cielo
cuando anochezca  

Polvo

Bajo las suelas del día
ondea el polvo como bandera
Se mete en rincones
donde el desamparo envejece
juguetea con pelusas
y un montón de objetos abandonados

Va hacia todas partes y de todas partes regresa
instalándose en el empedrado lecho del vagabundo
que dejó de mirar estrellas
o en la amnesia del anciano
que se rasca la frente
cuando olvida que él fue olvidado

Adherido a las palmas que dejaron de acariciar
los contornos del amante
o a las del jornalero
que ha hecho de sus manos
una herramienta incansable         
                   exhibe hastío y soledad

Polvo eres y en polvo te convertirás
sentencia la travesía de cuerpos
que se alejan de esta vida
a paso veloz y sordo

Reencuentro                     

Un sembradío de estrellas
irradia sobre el jardín
la lucidez donde me recuesto
a contemplar la lejanía          

Traslado la mirada en la oscuridad
esperando reencontrar mi reflejo
en la hondura del dolor

Un fuego apenas perceptible
se emancipa  
                                   y entreveo
en la acrobacia del humo
el nuevo rostro de la fe

Esta noche me brinda la certidumbre
para derribar los muros
edificados en la sangre

Intercambio

Aspiro del libro su primer aroma
lo acaricio al pasar la página
Hay un intercambio intimista en el acto
un apetito compartido:
el que abre grande las fauces
para devorar los versos de golpe
y otro que se descubre como una flor
dispuesta a entregar su aroma

Escudriño cada línea, cada estremecimiento
que flamea de ese mundo ficticio
en esa seducción de grafías
creando milagrosos escenarios
Es un impulso habitual, añejado en el corazón       

Alegres versos retozan
esparciendo el líquido de sus vísceras
el furioso dominio de su sangre
la onomatopeya imitando el estruendo del amor
o el chirrido que el desamor produce
al arañar las paredes de la angustia

Saltan letras, como peces en el aire
y yo las capturo
para alimentarme de ellas

Cuatro sencillas verdades del eco

A Raúl Aceves

1

Se levanta
se multiplica
y cae
                el reflejo del sonido
que rebota, desvaneciéndose
por rincones ocultos

2

El eco es un cuervo desplumado
que estalla en la bóveda
de la resonancia
donde la temporal estadía
del grito
aletea hasta la inmovilidad

3

Voz alargada
que resuena y sacude
las paredes de la calma
y luego se agazapa
en su propio espacio
diluido

4

La tumba de todo eco
lleva desde que se forma
el epitafio del silencio