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ANTOLOGÍA: MARISOL VERA GUERRA

MARISOL VERA GUERRA. Es psicóloga, escritora, tallerista y directora de Ediciones Morgana. Ha publicado 10 libros en México, Estados Unidos e Italia, entre ellos: Otras mujeres como lobas (Jade publishing, 2021); Si la Muerte se enamora de mí (Letras en la Frontera, 2021), Antologia personale (Progetto 7LUNE, 2019) e Imágenes de la fertilidad (ITCA, 2016). La Universidad Autónoma de Nuevo León publicará próximamente su libro El cuerpo, el yo y la maternidad. Incluida en varias antologías nacionales e internacionales. Ha sido becaria del PECDA Tamaulipas, en la disciplina de Letras y beneficiaria del programa Financiarte de CONARTE para presentar su obra en Venecia. Su poema “Piélago” fue uno de los ganadores en La carta de Altino, Italia, 2020, y su poema “Zapatos nuevos” fue publicado en la página de la Academia Mexicana de la Lengua. Miembro del comité organizador de la Feria Nacional del Libro de Escritoras Mexicanas (FENALEM). Hace viñetas, performance y cría a sus tres hij@s en Monterrey.


Un iPad no es un vegetal

No le regales un iPad
a una mujer que no sabe cocinar
menos si es pobre
y ha ido en vuelo económico al Sur
querrá ver tutoriales en YouTube
para hacer tortas de maduro
porque
su memoria no le ayuda demasiado
y aunque su amiga caribeña
se haya esforzado por darle la lección
ella es torpe / torpe
como una piedra
como una noche sin horizonte
pondrá la manzana mordida
junto a la parrilla eléctrica
pensando
oh / sí
los artefactos son amigos
salpicará leche y aceite
con la gracia de una medusa
y luego irá al proveedor
a quejarse como niña:
su obsequio no parla más
no registra el sonido
se volvió mudo
igual que una carpa
un bagre
y no le queda otro remedio
que arrojarlo al río


Hoy no fui buena

ni encantadora
ni amable
hoy fui una sombra
ceñida en la mandíbula
una mujer un poco hambrienta de sí misma
que abrió el grifo y la cremallera
(afilado el cuchillo mondador sobre la piedra)
sin motivo
solo por ver qué se siente
no diré nada en mi defensa
estoy habituada a estos arrebatos:
gruñidos que suben y bajan escaleras
tambaleándose
(el síncope de un hombre en la mesa)
pero esta vez no
no fui linda
ni templada
dejé que el espejo derramara mercurio
en mi boca: una palabra irascible
de esas que uno enmarca en el muro
como título de propiedad
con cierto cinismo
escarbando una brecha entre los dientes
y no me quejo
pude haber salido de casa
iluminarme
bajo la copa perenne de los árboles
besar con gratitud el aire
en cambio
me eché sobre el suelo
perezosa y malcriada
para jugar con los hilos de mi falda
esbozando la magnética sonrisa
de un gato que desaparece


Nunca fui una pin-up girl

No puedo amar a los hombres
que trabajan ocho horas en un banco
ni a los fanáticos del gym
obsesionados con la masa muscular
ni a los que escriben poemas sobre la primavera
aunque amo la primavera y me gustan las aves
y Dios sabe que
a diario hago la rutina de pilates
intento ser una chica sensata
archivando minutos en estantes de metal
“mijita –me dice la dama del pastiche
curvada como herradura
de tanto cargar a su marido esquizofrénico–
cierra bien la ventana
baja el dobladillo de tu falda
y no evadas tu declaración de impuestos”
la verdad
los hombres que he amado
están un poco lisiados
o les sobra algo
o cargan demasiadas almas en el pecho
tienen la amígdala agrandada / un ojo
que salta de su órbita como escayola
he amado a un antonio
a muchos jesuses
uno que otro josé
un par de luises
ningún pedro
tal vez un javier
varios andreses
(todos imposibles
si no caían en el incesto
sí en el adulterio)
y también amé un rodrigo
un octavio (o quizá dos)
un carlos
el único con el que no follé
(o tal vez tampoco lo hice
con algún otro
y por dignidad no lo digo)
intenté ser
la chica sonriente de la caja de cereales
el ángel de la pasarela
pero no
jamás tuve rulos dorados
ni hombros perfectos
nunca fui una pin-up girl
me ha sido negada esa gracia
no puedo caminar con los pulgares
ni colgarme en la cornisa de un rascacielos en Dubai
lo que soy
es esta mezcla de buitre y almeja
esta sonrisa a medias
unos huesos que escriben
madre de los desposeídos


Selfie

Quise caminar junto a un hombre alto
guapo de esos que
llaman la atención por su seguridad
su fuerza
su forma extrema de abrir botellas con los dientes
y de golpear paredes con los puños
luego de incontables citas
en las que
el hombre guapo y fuerte resultó de utilería
desnudé mi brazo izquierdo
vi la perfección del bíceps
y me hice acompañar de mi sombra
fui yo el hombre y el muro
(beso y oxígeno)
colgué mi fotografía en Instagram


Reneé

Acaso el pez (templado)
vuelve a ser la boca donde se gesta el mundo
fingimos
que el dolor es una estrella sin agua
porque los ríos del pensamiento se han desbordado
         te reflejas
en la pupila negra del Origen
ahí      manos de mujeres entrelazan nuestro canto

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