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ANTOLOGÍA: TATIK CARRIÓN RAMOS

TATIK CARRIÓN RAMOS. Magíster en Español y Literatura, Especialista en Gerencia de Proyectos Educativos y Licenciada en Lengua Castellana y Comunicación. Durante veinte años, ha promovido la lectura y la escritura a través de diversos proyectos editoriales, educativos y culturales.

Es directora de la Asociación Zona de Arte Alternativo, del Encuentro de Escritores “Fuerza de la Palabra” y de la Revista Digital también llamada Fuerza de la Palabra. Participa activamente en eventos educativos, literarios y de promoción de la paz a nivel nacional e internacional.

Entre sus premios y menciones, se destacan: Premio Cuento de Aventuras, Gobernación de Cundinamarca Corazonarte, 2020, Premio Novela 2019 con la Obra recientemente publicada “Tierra de Cuervos”, Premio de Poesía, Estímulos Chía 2019 con la obra “Las horas del insomnio”. El microrrelato “El paseo” fue destacado por su calidad narrativa en el primer concurso universal de relato breve de la FILBO 2015. Obtuvo el segundo puesto con el poema “El olvido” en el concurso de poesía Fundación Andrés Barbosa Vivas en 2013. El texto “El Gato Escritor”, obtuvo el “Premio a las Narrativas Culturales” del Ministerio de Cultura en el año 2012 y el cuento, “La lagartija” fue finalista en el I Premio Nacional de Cuento La Cueva en 2011.

Actualmente es generadora de contenidos pedagógicos, asesora de proyectos y docente de literatura y pedagogía.


Guardián del tiempo

¿De qué tamaño es el corazón de un colibrí?
¿Cuántas pulsaciones por segundo cantan?
¿Todo es música y cielo ante sus ojos?

Cuán tierna es su existencia 
en estas manos, 
cabe apenas su cuerpo 
en los senderos de mis palmas.

Sus colores de río, árboles y flores
destellan en sus pequeñas alas,
su pico largo y negro, 
señala las sombras de las nubes.
Las plumas diminutas
capa de piel de todas las estaciones. 

Es la vida de la tierra aleteando
trae un mensaje arrullado por el viento
que cuenta el origen de la luz 
y lo apacible de las montañas.

​Sus ojos de lluvia resplandecen 
ante el asombro de un animal desnudo
que entre sus manos de hierba
contiene un pájaro sagrado
presencia del abuelo
neblina que abraza las voces perdidas.

¿Cuántos de nosotros temblamos ante su delicadeza?
¿Cuántas mujeres danzan en la selva?
¿De qué tamaño es el corazón de un niño?


Encuentro con el ángel

(…) el ángel de la poesía
vino a mí, en sueños (…)

Nana Rodríguez

Recogeré mis cansados pasos
para despedirme de la imposibilidad.

Me regalaré una ración eterna de belleza,
acariciando a mi ángel.

Serán unos minutos de fiesta
celebrando mis manos en su rostro.
Su rostro ajeno que nunca me perteneció
pero que siempre sentí mío;
como el cielo ancho que nos cobija a todos,
estas palabras que no dicen mucho,
o los silencios que guardamos después de alguna confesión.

Asistiremos a ese ritual de la piel
al encuentro verdadero de los ojos
tacto en el vuelo y el abismo
él y yo,
cielo y tierra que se juntan en el roce,
la levedad y los nervios.

Mi devoción tiembla
y el sol revelado en su rostro
enceguecerá para siempre a esta mujer noche.

¡Qué bello será besarlo eternamente y morir entre sus brazos!


Sobre la tristeza

Wislawa saludaba a la tristeza,
en cambio, yo quiero vestirla
y despacharla.

Darle las gracias,
Limpiar su sombrero
y recortarle esa melancolía tan larga.

Comentarle que de ella
lo que más me gustó fue el silencio
y las lloviznas que ahogaban mis fantasmas.

¡A nadie debo más sino a ella
fiel tejedora de recuerdos!

Ahora que se va le empaco
365 insomnios,
12 cartas nunca enviadas
y un libro fracasado de poemas.

¿Qué será de ella?
¿Qué será de mí sin su presencia?

Dime Wislawa,
¿Cómo se despide a la tristeza
cuando uno mismo es ella?


Oquedad

Un columpio vacío
sigue meciéndose en mi memoria.

Reconstruyo el parque deshabitado.

El viento recorre los mismos árboles
un poco más viejos,
más cansados y grises.

Nada se oye en el recuerdo.

Tropiezo
con la misma piedra de la infancia.

Del libro: Las horas del Insomnio.
Premio de Poesía, Estímulos 2019.


Desacierto

A veces no hay lugar para tanto desacierto;
se debe acudir al exilio de uno mismo.

El inventario de mis desdichas
viene desde antes de mi madre;
el destino nos ha condenado
al desamparo.

¡No hay lugar!
Las heridas nacen en otras heridas,
la pesadumbre reclama su terreno.

Volveré la mirada al origen
aunque me niegue a tres voces,
mi derecho al regocijo.

Del libro: Las horas del Insomnio.
Premio de Poesía, Estímulos 2019.

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