ANTOLOGÍA: ANGÉLICA MARÍA SIERRA FRANCO

ANGÉLICA MARÍA SIERRA FRANCO (20 de Noviembre 1987 – Sincelejo, Sucre, Colombia). Arquitecta de la Corporación Universitaria del Caribe – CECAR, sede Sincelejo, magíster en Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Actualmente se desempeña como docente universitaria e investigadora de los estudios del hábitat en los territorios del Caribe. Su escritura se anunció tardía, pero las voces susurran desde la infancia transcurrida entre poetas y bullarengues. Ha publicado los libros La danza entre los árboles (Editorial CECAR, Sincelejo – 2019) y Fragmentos de luz (Apidama Ediciones, Bogotá – 2021). Algunos de sus poemas han aparecido en diversas antologías, blogs y revistas de literatura y ha participado en encuentros y ferias nacionales.

El pez linterna habita a más de 4000 metros de profundidad
su pequeño cuerpo soporta todo el peso del agua    el aire  los objetos perdidos
los naufragios y los cuerpos que flotan motivados por el peso aparente del vacío
El pez linterna está a 0° centígrados
y ha tenido que desarrollar una apariencia monstruosa
como mecanismo de adaptación a sus condiciones abisales
El corazón de la tierra es una llama helada
un sol frío que arde sin la posibilidad de otro destino
En estas condiciones de profundidad no existe el silencio
el fuego susurra en su movimiento una frágil canción         
la presión la duplica
Así    el pez linterna escucha doblemente el mensaje cifrado del centro de la tierra
y lo pronuncia
igual que lo hacen los poemas que viven en esta zona
incendia su cuerpo
hace la luz

Elías inicia el viaje del asombro

Corre bordeando las paredes y los pisos

Un caballo desbocado lo tiene sujetado al pie y lo sigue

Grande y pequeño aparece a retazos en sus manos
                        pero no lo toca  
Está hecho de lampos
y vuela

El comején es el huésped de la ausencia
insistente
             crea las rutas de la luz
Si el dedo sigue el mapa hasta su nido
quizás despierten
y vuelvan las presencias
a habitar el vacío

Un horizonte pintado de metales

Cardúmenes ebullendo
tras la violencia
             de nuestros pies succionados por diminutos labios hambrientos
atragantados en el plexo afilado del adentro
arrastrándonos hacia lo profundo

Estabas tú en la distancia justa del horizonte
divisando la vidriera que corta la silueta redonda que tiene el mar cuando se pierde en el abismo

Estabas tú
esperando a que emergiera desde algún estómago
                    diáfana
                    perlada
                    brillante

Pero no advertiste la anatomía ósea del pez

No se vuelve entero de sus púas

Existen tres clases de rayos
Tres rutas de aire ionizado
que tejen los caminos de la luz
Los rayos que caen en picada
Los que recorren
serpenteando nubes
como fronteras eléctricas
Y otros rayos
que como alma sacrificial
ascienden
descargando su fuerza
sobre el corazón de Dios
para despertarlo