LA NOCHE DEL REFRI EN EL TEATRO CORFESCU
Por John Gómez.
Fotografías por Andrés Lamus.
Como otras noches, El Teatro Corfescu abrió sus puertas para recibir «en el refri» a todos los bumangueses que quisieron escapar del calor intenso de la ciudad y encerrarse un par de horas en el sonido de Ghostrings, Nicolás y los Fumadores y Tres & Yo, bandas invitadas a hacer de esta noche una noche distinta, refugio para todos aquellos que, cansados de la cotidianidad, se preparaban desde ya para una semana de vacaciones más que merecida.
«Banda bumanguesa de rock que ha escalado espacios rápidamente hasta ponerse a la cabeza de los nuevos sonidos de la ciudad.«
Los primeros en salir a escena fueron los integrantes de Ghostrings, quienes inundaron el espacio con un sonido melancólico y denso. Ghostrings es una banda bumanguesa de rock que ha escalado espacios rápidamente hasta ponerse a la cabeza de los nuevos sonidos de la ciudad, consolidándose con German Macías en la voz, Ricardo Pérez en la guitarra, Carlos Roa en el bajo y Andrés Mauricio Ordoñez en la percusión.
La noche avanzaba y, mientras el público señalaba su entusiasmo estallando de alegría canción tras canción, sonó «Night Light» de repente, tema con el que la banda estrenó su primer videoclip el pasado 2018, y que representa la historia detrás de Ghostrings. Le siguió «The Valley of Time», que elevó aun más los ánimos del público, pues desde la silletería los asistentes le respondían a la agrupación con aplausos.
«Una ciudad subterránea que emerge y destroza la ilusión de este paisaje de cemento, y en donde la belleza y la decadencia parecen darse cita de manera insospechada»
Luego, fue el turno de regalarle a la audiencia un nuevo tema, que presentaba un sonido mucho más marcado por los sintetizadores y en el que se evidenciaba la tremenda energía de la banda, pues rodeando la voz grave de su vocalista, las cuerdas y la percusión se armonizaban formando lo que, en esencia, es Ghostrings: una mezcla de belleza, nostalgia y decadencia.
Su último tema, «Paracity», puso a los asistentes a rockear con el sonido potente del bajo y el repiquetear de bombos y platillos, despejando el camino al solo de guitarra que llevó los ánimos a nuevas fronteras y fue gratamente recibido por el público, pues entre aplausos aclamaron a la banda, que no dejo de tocar hasta dar entrada a «Evil Nature», tema homónimo de su primer trabajo discográfico, y aquel que condensa el sonido con el que Ghostrings representa su propia Bucaramanga: una ciudad subterránea que emerge y destroza la ilusión de este paisaje de cemento, y en donde la belleza y la decadencia parecen darse cita de manera insospechada. Es «Evil Nature» el más fiel reflejo de un sentir citadino cargado de poesía.
«Haciendo que la música se deslizara por el teatro como una serpiente, a veces, enroscada para atacar, pero que al momento de morder seguía con su danza de muerte.»
Luego de un interludio robótico, el turno fue para la banda bogotana Nicolás y Los Fumadores, quienes llegaron desde su más reciente presentación en el X Festival Estéreo Picnic para seducir al público bumangués con un sonido lento y sensual. La banda, integrada por Nicolas C., Juan Carlos Sánchez, Felipe Velásquez y Santiago García, conquistó al entusiasmado público del Teatro Corfescu con un sonido marcado por la estridencia de sus guitarras y acompañado por una batería suave, etérea.
La noche tomaba la forma que le daba la banda, quien moldeaba el espacio a su antojo haciendo que la música se deslizara por el teatro como una serpiente, a veces, enroscada para atacar, pero que al momento de morder seguía con su danza de muerte, al punto de que los asientos no fueron suficientes para contener las ganas de bailar, y el público se vio atrapado por la agrupación. Las sonrisas, los gritos y la complicidad de la noche marcaron las horas que, como escamas viperinas, se deslizaron sin que nadie lo notara, vibrando al ritmo de los latidos, los aplausos y los riffs de las guitarras: distorsión e intermitencia de luces que apenas si acarician los cuerpos que se perdían entre penumbras, y cuyas formas se unían y separaban en un solo movimiento.
Fue entonces cuando se hizo «El Verano», que calentó los ánimos y puso a corear a los asistentes al unísono, mientras el sonido del bajo rebotaba, primero en el pecho, luego en los pies que acompañaban el golpeteo de la batería, y finalmente se elevaba a la par de la voz líder del grupo, que rasgaba la bóveda de la sala y atrapaba a la audiencia sin remedio. La música de Nicolás y Los Fumadores tiene la cualidad de meterse en la garganta y hacer arder los pulmones, inundándolo todo con un sonido salvaje, joven e indómito.
«Una potente descarga de rock al mejor estilo Tres & Yo, pues la batería tomó por asalto el espacio del Teatro Corfescu, guiada por los riffs de las guitarras y la poderosa voz de Ángel Parra.»
La última banda de la noche fue Tres y Yo, quienes empezaron por lo alto con «Mientras Giro». Esta banda bumanguesa, integrada por Ángel Parra en la voz, Daniel Rivera en la guitarra, Hernán Lezama en el bajo y Leo Parra en la batería, se ha consolidado como el grupo de rock búcaro por excelencia, pues con cinco trabajos discográficos en su haber, no sólo ha estado en las tarimas de festivales como Rock al Parque, Festival de la Tigra, Festival de los Talones Alados, entre otros, sino que ha recorrido escenarios latinoamericanos, llevando su música a los más lejanos confines del continente.
Luego de canciones como «Invierno» y «Árbol», la banda presentó el tema «Canción para mi angustia», una potente descarga de rock al mejor estilo Tres & Yo, pues la batería tomó por asalto el espacio del Teatro Corfescu, guiada por los riffs de las guitarras y la poderosa voz de Ángel Parra, quien demostró que luego de diez años de carrera musical hay banda para rato, llevándose los aplausos del público, así como los gritos que aclamaron por «Vida Malparida», una petición descartada en pro de «Nada Servirá», de su primer trabajo discográfico «Eso»: tema marcado por una sensualidad tremenda, en el que el aterciopelado sonido de las guitarras es casi una invitación a dejarse ir en el embrujo perenne de la agrupación.
«Se encargaron de aumentar la temperatura de los cuerpos que «en el refri» se mezclaban bailando frente al escenario en una mezcla de colores y figuras ensombrecidas.»
Sin dejar que terminara la canción anterior, las energías se renovaron con uno de los temas más rocanroleros de Tres & Yo, «El suelo», con el que se encargaron de aumentar la temperatura de los cuerpos que «en el refri» se mezclaban bailando frente al escenario en una mezcla de colores y figuras ensombrecidas. La noche avanzaba y fue entonces el turno de «Ángeles», coreada por los asistentes que, entusiasmados, abarrotaron el espacio frente a la tarima, mientras las guitarras de Daniel Rivera y Ángel Parra se enfrentaban en un duelo en el que, al final, fue el solo de Ángel el que se llevó la delantera, o al menos hasta que la batería y demás instrumentos terminaron de estallar la noche.
Para cerrar, no podía faltar «La Carretera», aquella que habría de marcar (como en muchos de los conciertos de la banda) el fin de la noche: esa ruta de escape que tendríamos que tomar todos al final, desde las entrañas mismas del Corfescu (en esta ocasión), a los más disímiles recodos de la ciudad, despidiéndonos de la música, de sus humos y sus giros eternos, así como de su belleza y desolación insospechadas.
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