ANTOLOGÍA: MAYRA MARTÍNEZ

MAYRA MARTÍNEZ (1997). Estudiante de Trabajo Social de la Universidad Industrial de Santander, activista del Colectivo Feminista Red Rojo y Violeta Santander. Participó en el IV Encuentro «Ahí Están Pintadas», del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, así como en cuanto micrófono abierto ha encontrado desde que escribe poesía. Es una voz nueva, fresca y que está aún por descubrirse.

 

¿Ciudad o infierno?

Bucaramanga y su calor infernal. Bucaramanga y su vecina me regala un vaso de agua, vecina donde están sus hijos, vecina su cabello mono es bonito, vecina por que no se ha embarazado y yo porque no quiero, no todas las monas tienen hijos, vecina y que escribe y yo nada. Bucaramanga y sus 5 moscas que son la únicas que caben en esta ciudad, Bucaramanga que siempre es la misma, la misma gente, las mismas cosas, las mismas mañas. Bucaramanga este basurero de cemento y carros que de bonita lo único que tiene es el café que hace mi nona para la once.

 

 La Bestia

Arrastrados como muchos al lugar paradisíaco que guardan las montañas.
Ella había estado toda una vida bajo la sombra del hombre ideal.
El, perfecto y con el futuro resuelto.
Ella, joven apasionada y llena de vida.
El, como muchos otros, imponía bajo su dominio invisible lo que se resume en:  la existencia.
Ella como una adicta, consumía cada decisión.
El, como el peor de los tiranos (los que se creen omnipresentes) organizaba cada acto, cada decisión, cada paso, con tanto tacto que parecía inofensivo.
Ella, se transformó en un volcán. Empezó a llenarse de todo lo que un día amó y hoy detesta.
Ella, que se hastío completamente de aquel monstruo devorador de vidas.
Ella que lleva un desastre natural en el alma que solo lo ha sentido ella.
Ella, que explotó con el volcán y juntos gritaron ¡Libertad!

 

La frontera

Hay amores
Hay amores tan fuertes que emigran,
Hay amores que pueden cruzar un país caminando
Hay amores que cojean, que se arrastran qué parecen no ir más.
Hay amores que resisten
Hay amores que llevan el infinito colgado, sujetando sus manos.
Hay amores a los que un territorio se les quedó pequeño.
Hay también, otros amores que solo viven mientras se caminan.

 

La 36

Podría bajarme aquí.
Podría pasear por tus calles y sentir tu presencia.
Podría creer que hacemos parte de algo y que algo secretamente nos une.
Podría hacerlo.
Podría cada calle tener tu nombre y yo lo leería.
Podría dejar de caminar por tu recuerdo.
Podría encontrar un rumbo, claro que podría, pero no quiero.
Quiero bajarme antes, quiero saborear tu recuerdo que está impregnado en los andenes.
Andenes de este amor vagabundo que solo me ha servido para caminar o para perderme.
Perderme que es lo único que se hacer, que es lo único que puedo hacer.

 

Querido Morrorico

Como perro callejero había vivido siempre
Mendigando comida, mendigando abrigo
Manteniéndose al margen de todo, pero siendo otro marginado
Raspando desesperado todas las noches el mismo andén
Acumulando botellas vacías como quien colecciona soledades.
Como coleccionando fracasos, en la misma calle que lo había visto fallar y que ya lo conocía de todas las vidas que no le funcionaron, de todas las que desperdicio buscándose, soñándose en otra acera.
Dejando que el asfalto invadiera su vida esperanza, sintiéndose siempre un extranjero.
Siempre tan alejado del mundo.
Levantando dioses y construyendo altares con la basura que sacaba de las canecas.
Perdiendo la vida, escribiendo a lápiz poemas en la pared cuando ya nadie lee.