ANTOLOGÍA: ALEXANDRA NICOD

ALEXANDRA NICOD es una poeta, dramaturga, directora de teatro, actriz y traductora hispano-suiza nacida en Biel/Suiza y residente en Madrid/España. Estudió Traducción en la Dolmetscherschule de Zúrich (DOZ) y es licenciada en Arte Dramático por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD). Ha publicado los poemarios “Deshielo” (Huerga y Fierro) y “Dégel” (L’Harmattan) y es autora de diversas obras de teatro representadas en teatros de Madrid tales como la Sala Nueve Norte, el Microteatro por Dinero o Microescena CentroCentro. Como actriz ha trabajado, entre otras, en las obras de teatro “Maniquís” de Ernesto Caballero, “Mueve las alas” de Paloma Pedrero y “Tsunami” de Hernán Gené, así como en las películas “2 francos, 40 pesetas”, “La suite nupcial” y “La bala” de Carlos Iglesias. Como poeta ha participado en festivales internacionales de poesía en Marruecos, Italia, España, Grecia, Indonesia, Estados Unidos, la India, Mexico, Rumania, Bulgaria, Kosovo, Albania y Serbia. Sus poemas han sido traducidos a más de quince idiomas, entre otros al chino, bengalí, coreano, vietnamita, turco, húngaro, griego, árabe, kurdo, inglés, francés, serbio, rumano, búlgaro así como albanés y publicados en numerosas revistas y antologías internacionales de poesía. Ha sido galardonada con el Premio Internacional al Mejor Poeta 2024 concedido en China por el Centro Internacional de Traducción e Investigación de la Poesía, la revista Rendition of International Poetry y la Junta Directiva de la Unión Mundial de Revistas de Poesía. En España es miembro de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), de la Asociación Colegial de Escritores (ACE) y de la Unión de Actores.
Origen
Salí de mi cuerpo como quien sale de una casa en llamas. Mi cuerpo ya no era un lugar seguro. Ya no…
Y de golpe se cayeron todos los pájaros del cielo, en pleno vuelo, los blancos y los negros, los grandes y los pequeños, los que vuelan alto y los que planean a ras de suelo… se caen las nubes, el sol se esconde, la luna no aparece… se paran los coches, se petrifican los paseantes, se derrumban los techos de las casas y, de golpe, todas las niñas estallan en llamas, se incendian las hijas y las nietas, las hermanas y sobrinas, las primas y ahijadas, todas las niñas ardiendo en sus hogares, sus habitaciones, sus camas. En cada casa, cada pueblo, cada ciudad surgen llamas, una tras otra, llamas que piden ayuda… y tú las escuchas e intentas gritar…
pero sólo eres una niña y las niñas en llamas no pueden gritar…
En el nombre del padre
En el nombre del padre me llaman puta
En el nombre del padre me gritan
zorra
perra
guarra
cerda
bruja
fulana
lagarta
traidora
traidora por comer de un árbol
culpable por ser mujer
En el nombre del padre me queman viva
me juzgan y me encierran
me crucifican y me entierran
me tapan
me cubren
me cortan mi placer
sí… me lo cortan… me cortan… sangre…
porque mi cuerpo significa pecado
y mi sexo renacer
no soportan desearme
perder el control
verme engendrar
no tener ellos ese rol
quien controle mi vientre
y el milagro de la vida
controla a la especie
muy pronto reducida
por eso
cada día
en el nombre del padre
me convierten en objeto
me controlan
me intimidan
me culpan
me arrancan las alegrías
me cubren de tristezas
me escupen
me lapidan
me venden al mayor
me abusan
me violan
confundiendo el amor
me desean
me odian
me veneran
me ignoran
me santifican
me pegan
me adoran
me asesinan
En el nombre del padre
en el nombre
del padre
del padre
del padre
padre
padre
padre…
¡En tu nombre!
Padre…
…a veces lo único que me queda es…
¡Volverme loca!
Agosto
No importa que mis labios continúen
dibujando las vocales de tu nombre
sin obtener respuesta…
Tampoco importa que mis yemas
sigan deseando aterrizar en tu piel
lejana…
Ni siquiera importa que todo mi dolor
se muera por descansar entre tus brazos
ahora ausentes
No
nada de eso importa
cuando el corazón es salvaje y el alma…
ardiente
¿Cómo…?
¿Cómo puedo explicarle que sus ojos me hipnotizaron mucho antes del primer abrazo recién aterrizados en tierras lejanas, que su barba me transporta al mar y sus manos al cielo, y que en ese primer despegue juntos mi cuerpo ansiaba sentir su calor, mi cabeza deseaba descansar en su hombro y mi pecho anhelaba fundirse con su dolor?
¿Cómo explicarle que mi corazón estaba siempre junto al suyo y que cuando su cuerpo se movía, mi corazón le seguía al instante y, si había una manera, también lo hacía mi propio cuerpo y todo mi ser?
¿Cómo puedo decirle que sobrevolar el desierto de los desiertos no es volar sino amarle, que pisar la arena sagrada de su mano no es pasear sino amarle, que estirar las brazos hacia el sol no es respirar sino amarle y que durante todas esas noches en las vastas tierras de la sabiduría, mi Sáhara era él, mi referente era él, mi faro… él?
¿Cómo puedo hacerle ver que todos los pastos de su rico país se convirtieron en mis raíces poco después de escuchar sus relatos y que mi patria inicia donde él pisa y termina donde se posa su mirada? Que él es monte y valle, tierra y roca, cielo y águila al mismo tiempo. Él es honor y amor y donde él esté reina la paz y la justicia.
¿Cómo es que nunca me canso de escuchar historias de su lejana tierra? Debe ser porque es hermoso, porque es noble, porque ha sufrido y sigue sufriendo y yo me reconozco en su sufrimiento y aunque nos riamos conocemos y reconocemos el dolor del otro y por eso decidimos hacernos reír, continuamente, porque nuestras risas son el grito del superviviente hecho luz, es un reconocimiento del otro en un respeto mutuo compartido. Somos dos náufragos unidos, por fin, durante un momento intenso, en un espacio y un tiempo sagrados. Ahora entiendo lo que es ser una diosa del sol y tener a mi lado a un dios de las montañas medas. Nos conocemos de otras vidas, él abrazó mi árbol sagrado en los bosques de Snej y yo pisé descalza la tierra fértil en su Nirfa.
¿Cómo susurrarle que su “¿Cómo…?” se convirtió en el mío y me hizo ver su belleza, su amor, su arma? ¿Cómo expresarle que lo nuestro no es una historia corta, sino algo que existe desde tiempos inmemoriales?
¿Cómo hacerle ver que desde que le conozco mi cuerpo respira de otra manera, más profunda, más pacífica, llora de otra forma, más serena y tranquila, come y bebe de otro modo, como si el comer y el beber nutriera no sólo mi ser sino también nuestro amor y el amor de todos nuestros ancestros y descendientes? Todo un doble árbol genealógico alimentado desde nuestra unión, desde cada beso, abrazo, palabra susurrada. Yo fui mujer y también fui hombre y él lo mismo. Tantas vidas celebrando juntos el amor y la vida, tantas vidas huyendo y buscando refugio el uno en el otro. Tantas vidas viendo el sufrimiento del otro e intentando aliviar con nuestras manos, nuestra mirada, nuestra saliva ese dolor que nunca será ajeno. Lo amo, amo amarlo, amo mirarlo, escucharlo, romperme en mil pedazos, entregarle todo lo que poseo, mis entrañas lo primero.
Entonces… Dime, mi amor, ¿cómo puedo explicarte todo esto? Dime… ¿cómo? ¿Cómo es posible que te ame más de lo que la luz del día adora la noche y los bosques la tierra…? ¿Cómo? Mi amor, me dices, no hay nada que explicar. Hay cosas que no tienen explicación…Ven … Sólo ven…
Amar la vida
Amo la vida, aunque llore a veces, esté desesperada, vea sombras en el olvido, caminantes desterrados, vacíos vasos sin huella dactilar de donde la soledad asoma.
Amo la vida, sus altibajos, sus recovecos húmedos y helados, sus escaleras al cielo y también al infierno.
Amo la vida, levantar el vuelo después de cada caída, sorprenderme con ínfimos detalles dispuestos a escurrirse al instante y también a volver a aparecer en otro espacio y tiempo.
Amo la vida, sus colores, sus olores, sus sabores, sus paisajes cambiantes, sus ojos multicolor y sus sonrisas de marfil y carbón.
Amo la vida, despertarme cada amanecer sintiéndome una diosa, un ser de luz con infinidad de capacidades, manos y pies de plata y ojos de halcón.
Amo la vida, no porque sea justa, sino porque es única en un mundo que se quiere demasiado mundano y aún así no puede acabar con su luz y asombro.
Amo la vida, no porque esté desprovista de sufrimiento, sino dotada de un sinfín de aprendizajes y emociones que como torbellinos de hielo y fuego me empujan a avanzar tropezando una y otra vez y a levantarme con heridas zurcidas con saliva y costras de pasión.
Amo la vida, porque tú estás en ella, y aunque ya no estuvieras, la amaría igual porque transitaste por todas sus habitaciones, sus pavimentos, sus cielos y mis camas.
Amo la vida, porque cada día me brinda la sorpresa del despertar y la certeza de una belleza asombrosa, una belleza que sin pretender nada lo es todo.
Amo la vida porque hasta en los momentos de desaliento me fascina su capacidad de mantenerse erguida y entera, su inquebrantable encanto con el que se abalanza sobre mis hombros caídos, mis deseos deshechos, mi yo entre las cenizas.
Amo la vida porque sus tentáculos e hilos dorados se intuyen hasta más allá de otros tiempos, espacios y dimensiones, convirtiendo mi aliento en un eterno retorno de asombro por lo desconocido.
Amo la vida porque me prometió todo y no me mintió en nada. Me prometió tener un cuerpo que me permitiera sentir el frío en la garganta y el calor en el corazón. Me prometió emociones intensas y experiencias en cascada. Me prometió amar y ser amada, desesperar y ser esperada, guerra y paz. Me prometió sufrir, pasar miedo, sentir desesperanzas. Me prometió aliviar corazones, cultivar tierra, sembrar estrellas. Me prometió pérdidas y esperanza. Me prometió conocer el amor y sentir las brumas del olvido. Me prometió fuegos artificiales en pleno agosto y danzas tribales para acabar con el miedo. Me prometió acompañarme todo este camino y levantarme del subsuelo con la paciencia de la madre y el vigor del padre. Me prometió presentarme a su hermana, la muerte, una noche de fiebre a solas en mi cama para hacer las paces con ella y sus múltiples sombras. Me prometió acariciar arrugas amadas y ser tocada por yemas de pasión. Me prometió el milagro de
engendrar y ver crecer a mis hijos, tocar cielos mojados, viajar en el tiempo, buscar sombras, tejer telarañas, hallar rumbos, amar llantos, rozar euforias, trenzar amistades, caminar entre nubes. Me prometió risas, sabores, conocimiento, sabiduría y amor, amor infinito. Me prometió tantas y tantas cosas sin fallarme ni pedir nada a cambio.
¿Y yo?
Dime, vida mía, ¿qué es lo que yo te di?
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