ANTOLOGÍA: M. AMJENK

M. AMJENK (2007). Escribe de vez en cuando. Sus trabajos se pueden encontrar en algunas revistas en línea.

la dispensadora se ha vuelto más difícil de encontrar

tenía una columna erguida
cuando andaba por las calles de
Leningrado, la revolución
y tal vez fue porque
Esther lo quería de más
que empezó a caminar cuesta abajo
por la Libertad, llegando a la esquina
con sus sueños derrocados, una mancha
en la mejilla, moretes de lucha
que canturreaban a mi padre
a dormir, asegurado sin salida
la vimos cruzar la calle con un talón de
Aquiles doblado, deseo de mundos
grandes embolsado bajo su axila, llevando
periódicos a la vecina, sintiendo que
el caballo de Troya que jalaba del cuello
no era portador de lo que suponía
venir, ningún cascarón del mañana
ni programa de fortuna
tal vez era porque tenía
la biblia en la mano derecha,
su caída un malentendido que
lo iba a dejar en los yungas, té de
coca para calmar la altura
al final, nunca
supimos apuntar
al final, siempre
erramos en la espera

Alto Tostado

Sacando cuota
para exterminar melodías,
cuando la mañana llegue
yo pago el día

Deambulo entre callejones
de grises,
intentando llegar
a las cuatro con el cambio libre

Me persigno
bajo luz verde,
dónde quedaron mis jueves
Dios de las luces neones,
trae con el niño el ajuar,
cielo de hierro que quema
frescura, dame

calle Melancolía, o
lo que dijo Sabina; cierra
los burdeles de alcantarillas
donde la intemperie cae
en sus rodillas frente al ardor
de los bailes que
dentro de esas pesadillas se comparten
Arrastra el mar a mi orilla

Traeme reposo, aunque sea
en lotes junto a las vías
Cuando escuche el run run
del acto de muerte, el susurro

de junio, trasnochado por seguir,
me sentaré con el fluorescente, holograma,
Mezcal entre nosotros, poniendo
ganancias de millas, para pasar al otro día

podés la mitad

el vértigo era ese
traído por el extravío
miedo a qué, nadie
podía alumbrarlo
las fechas
azules tragadas, días
pintados sombra andares
digeridos, la suerte
confinada
en los archivos de Casablanca I, II
hasta volver
en el mástil arrebatado
empecé a recoger
las piezas de la tormenta,
pero como no terminaba
tampoco empezaba,
y miró a lo sucio la marea
desolada
diferenciar entre
tonos de tiempo lo hallaba
inoportuno, imposible,
matizando cada periodo
por el que había cruzado
tirando al canal lo que
en callejones había
encontrado volviendo
a los pasos que
el oleaje tomó para
saludarme en lo bendito
sal la sangre de martirio

it’s comedic how hard it’s been to be

he recorrido sus versos
que, cargados por
las ansias de convertirse
en algo más que en
el vapor de lo que maldice
cada hombre a las nueve, cuelgan
de cuerda susurrando
en mis costillas
esos anteayeres
con los que entre mis huesos
me encuentro, esos andares
donde norte era sueño
desvelado, un lugar lejos
de los ambulantes
que rompen mupis y acurrucan
entre lágrimas de vidrio
su thinner. me levantaron
al vacío para que le pregunte
a la delicadeza del cielo
si volvería a verlo
es en la inhalación
de las avenidas, el tráfico
de ida a la cuna,
dentro
la lluvia que espanta y,
aguanta,
fuera
las colas, motores que hartan,
que me traigo
a recordar