ANTOLOGÍA: HAROLD ALVA

HAROLD ALVA (Piura, Perú. Abril de 1978). Escritor, editor y analista político. Director de Editorial Summa. Preside la organización del Festival Internacional Primavera Poética y la Fundación Iberoamericana para las Artes. Es autor de los libros: “Spleen” (2025), “Ejercicios de escritura” (2024), “Ceremonia” (2023), “Tocado por la lluvia” (2022), de las antologías poéticas “El libro de los cuervos” (Plural Editores, Bolivia, 2025), “Hábitos de caza” (Círculo de Poesía, México, 2025), “Monologo del sopravvissuto” (Di Felice Edizioni, Italia, 2024, traducción de Emilio Coco), “A tiempo completo” (Universidad Juárez Autónoma de Tabasco), México, 2024) y “La épica del desastre” (Valparaíso Ediciones, España, 2020). Publicó “Lima” (2012), “Sotto voce” (2003), “Morada & sombras” (1998), entre otros. Ha participado como expositor en diversas ferias de libros y festivales de poesía en Estados Unidos, México, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina, España, Grecia, Italia y Portugal. Antólogo de “La primera línea. Antología de Poesía Iberoamericana” (2021). Director fundador de Contrapoder, fue director cultural de la Cámara Peruana del Libro, conductor y productor de programas de radio y televisión. En 2021, el Excmo. Ayuntamiento de Salamanca (España), lo declaró Huésped Distinguido. Fue coordinador general de la Feria Internacional del Libro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2024 (México). Miembro del Consejo Internacional de la Fundación Vicente Huidobro y de las revistas Códice y El Golem.
MADRE/ 1RA. COMPOSICIÓN
Mi madre tiene en los ojos
el vacío de otro cielo.
Yo la observo como quien busca una palabra,
un gesto de redención en medio de la noche,
un parque en sus manos,
en esas nubes que dejaron de moverse.
Intento encontrar su voz en el abismo,
alguna actitud que la recupere para el día,
alguna forma que le quiebre los labios.
Mi madre tiene la estática de los acentos,
la consonante que no sabe
cómo pronunciarse,
el miedo a morir en una casa
que nada tiene que ver con el malecón,
con su calle alerta al temporal del trópico,
a sus tentáculos de arena moviéndose
con la velocidad de un espectro.
Mi madre ha perdido la voz,
pero es como si todavía la tuviera,
por eso le acerco el corazón,
el ruido de sus pálpitos,
la oscuridad que borra
su dolor con la neblina.
MADRE/ 2DA. COMPOSICIÓN
Morir debería ser un acto de dignidad
un mensaje de rebelión
contra los pájaros de esta época terrible:
una ceremonia de relevo donde la voz
debería alcanzarnos para dejar la posta,
la cuenta regresiva.
Mi madre sabe que no tiene tiempo
para esa sucesión,
por eso no deja de mirar el techo
como si haciéndolo aparecerá un ángel
para reconstruir su voz;
se pasa horas dibujando contra el raso,
contra las grietas que se abren como arañas;
me toca entonces el puñal del odio,
los perros de la ansiedad,
las hienas de la desesperación,
los murciélagos de la ira,
las serpientes del resentimiento,
la noche mortal que rompe mi conducta,
pero mi madre me protege,
aprieta mi mano,
en su inconsciencia sonríe
como cuando tenía diez años;
vuelve a mirar el techo,
pregunta por el ángel del misterio.
ZORZAL
Mi padre sabe que cuando sonrío
un animal está muriendo,
por eso me abrigaba con sus palabras.
Aún ahora lo hace.
Lo sé porque lo reconozco entre el follaje:
lo he visto con su disfraz de zorzal
cantándole a la tarde.
PLAZA GARIBALDI
Busqué la voz de mi padre en Plaza Garibaldi,
crecí imaginándolo cantar en su pérgola,
el sombrero como quien torea al tiempo
agitándolo con la mano izquierda,
los comensales de San Camilito
detenían sus mandíbulas para dejarse arrobar
por sus falsetes: por el águila que soltaba,
por la bestia que domaba en su garganta;
busqué el fuego de mi padre en Plaza Garibaldi,
fui armado con el escapulario donde guardo
la lumbre de todas sus canciones,
y me detuve allí cuando cruzaron
las sombras de Infante y de Negrete,
sus fantasmas en perpetua competencia,
sus coplas deteniéndose con picardía
en la incrédula reacción de una guitarra;
fue como si todos los transeúntes
de Lázaro Cárdenas, Guerrero
y el barrio de Tepito,
se pusieran de acuerdo para cantar
los temas que mi padre interpretaba;
yo fui por la voz de mi padre a Plaza Garibaldi,
quería verlo allí, quería escucharlo
en impecable dueto con Antonio Aguilar
o Miguel Aceves Mejía, pero Plaza Garibaldi
era un sueño en la memoria de mi padre,
por eso se marcharon los fantasmas,
los comensales de San Camilito,
los transeúntes de La Lagunilla y de Tepito;
la noche no es para reconstruir canciones:
en la pérgola de Plaza Garibaldi
un niño aún busca a su papá
disfrazado de mariachi.
RESPLANDOR
Prometí no escribir “corazón”,
juré no retornar a esa palabra,
la escondí entre las resmas
que apilo en el taller,
la dejé como quien guarda
un dolor antiguo,
una frase mordaz en las paredes,
un grafiti con siniestras intenciones;
pero de vez en cuando volvía
y la observaba desde lejos,
era increíble cómo resistía
el ruido de las máquinas,
a la encoladora que afirma
el lomo de los libros;
al filo de la cuchilla que refila
los brazos de otros títulos.
Me ocultaba de su resplandor,
demasiada luz es peligrosa, decía,
demasiada oscuridad también,
me replicaba,
y se ponía de pie, erguía el espinazo
con la agilidad de una amenaza;
con su paso de baile que derrota
la frialdad de un juicio,
las crines del libre albedrío
anunciándole a mis manos
otra música sublime:
tu voz como una liebre
entregándome
el coraje de una visión,
un mapa donde sembrar lo prohibido,
esa palabra que incendia
los glifos de las imprentas.
Categorías
altervoxmedia Ver todo
Alter Vox Media S.A.S (NIT: 901019145-1) es una plataforma digital, enfocada en impulsar la escena artística y cultural de la región desde diferentes disciplinas.
la «poética» del padre y de la madre toca siempre un punto frágil de nuestra humanidad, un ángulo donde el amor cobra innnumerables dimensiones
Me gustaMe gusta