LUNÁTICOS, MÍSTICOS y PSICÓTICOS: UNA MICRODOSIS DE REALIDAD EN UN MUNDO AL BORDE DE LA EXTINCIÓN MASIVA

Por John Gómez.

¿Psicosis contagiosa o excesiva lucidez, en una sociedad que prefiere hacer oídos sordos a cuenta de preservar viejas estructuras que se caen a pedazos? La nueva novela gráfica de Mario Mendoza, Keco Olano y Heidi Muskus, Lunáticos, místicos y psicóticos, publicada por Planeta Cómic en octubre de 2024, parece explorar esta triada en un triple juego de tres: el de la supuesta locura que vincula a los personajes Yox 227, Ángela y Andrés; el de los autores (guión, dibujos y color, respectivamente), que desde el 2018 han encontrado en las novelas gráficas un nuevo lenguaje para decir lo que nadie escucha; y el de los elementos mencionados en el título, que parecen combinarse entre sí, sumergirse el uno en el otro, como en una experiencia psicotrópica. ¿Qué tan lejos están los delirios mesiánicos del despertar místico, los brotes psicóticos de una ética inexorablemente reivindicativa de los derechos de los oprimidos, los episodios de fuga de los viajes astrales del otro lado del fin del mundo? Con una narrativa sencilla, apoyada por recursos visuales contundentes y una paleta de colores que subraya la condición de realidad de los personajes (cada uno se presenta en un estilo visual único), esta novela gráfica pronto se convierte en un viaje al interior de las instituciones (blanco usual del escritor en sus novelas), que nos obliga a reconocer su hediondez en un planeta en el que todo intento de escapatoria es imposible.

La historia transcurre entre Villa de Leyva y Bogotá, y es la historia de Yox 227, un aparente alienado del que se desconoce todo registro pero que, a lo largo de las viñetas, demuestra su compromiso con los otros, convirtiéndose en una voz que censura todos los tipos de maltrato y las indignas condiciones que se viven (y se viven realmente) al interior de los hospitales psiquiátricos. Pero también es la historia de Andrés, un burgués desencajado del estrato social al que pertenece, cuyo compromiso con los animales se convierte en frente de ataque contra los “valores” de clase en los que ha sido formado. Y la de Ángela, una entusiasta de los ovnis con problemas de pareja que termina convirtiéndose, quizá no tan accidentalmente, en una vidente de ese mundo en ruinas por venir. El encuentro es inevitable, así como su desenlace (quizá atropellado), en el que todo propósito termina arrasado por la realidad que nos habita. Y esa bofetada, a la que estamos tan acostumbrados al pertenecer a una patria que institucionaliza la violencia, el dominio de los intereses privados por sobre el bien común y la hipocresía de clase, no nos rompe realmente sino que nos lleva a alzar los hombros y aceptar que no podemos esperar nada distinto más allá del mismo destino que hemos ido forjando poco a poco, y que nos aguarda, inevitablemente, pues no hay punto de retorno, y eso lo sabemos hace tiempo.

Sin embargo, esta no es una historia desesperanzada, todo lo contrario. Lunáticos, místicos y psicóticos nos recuerda que aún es posible impactar esas pequeñas vidas que nos circundan, que siempre habrá palabras de aliento para el que las necesita, que por más de que todo escape es imposible, de nosotros depende que el día a día nos sepa un poco mejor, o que al menos no tengamos que irnos a la cama con el mal sabor de boca. Al final, solo eso nos queda, pero aunque parezca poco, no podemos abandonarlo así, sin más. No darnos por vencidos sin dar la pelea, y luchar un poco más, al menos otro día.

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