EL ECO DE LA LLAMADA, O LAS DIMENSIONES DEL ABANDONO

Por John Gómez.

¿Cómo se mide la distancia que nos separa del otro lado de la memoria, de la niñez? La novela gráfica El eco de la llamada, de Carolina Pineda, es una inmersión en los recuerdos de Martina, personaje principal de la obra, quien, en una charla con su padre, termina reviviendo emociones propias de su infancia, llevándola a revisitar un pasado lleno de juegos, complicidades, aventuras y risas, pero también de esfuerzo, cansancio, tristeza y dolor.

En este mundo de colores vívidos, los niños dibujan el paisaje a cuatro patas, crean un nuevo lenguaje a partir de palabras que nombran enteramente el presente y se esconden del miedo bajo las cobijas compartidas, haciéndose promesas para no olvidar. No obstante, los adultos no caben allí: en su doble juego de distancias, son abandono y protección, confianza y desengaño, presencias efímeras que vienen y van (como las brujas, que amenazan con arrebatar la inocencia). No así la manada, que es la que nos salva del olvido: aullido colectivo que nos fortalece y nos da razones para seguir adelante.

Publicado por Planeta de Cómics en marzo de 2024, el Eco de la llamada es, en últimas, un resquicio de la niñez que se aferra en alguna parte del pecho, donde se configuran los sueños y se restaura la memoria (que es la que, al final, nos permite sanar), pues todo dolor que se pretende olvidado siempre nos duele un poco más.

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