TASMANIA, O SOBRE EL FIN DEL MUNDO

Por John Gómez.
Decir que el mundo se acaba no supone ninguna novedad. Sabemos que la crisis medioambiental es peor cada año, que el planeta se sacude en lentos estertores y que cada intento por preservar las condiciones de nuestra supervivencia será frustrado por el empeño de las multinacionales y su afán de vendernos, incluso, nuestro propio fin. Sin embargo, de alguna manera, pretendemos ignorar el incendio alrededor en busca de asegurar formas de supervivencia inmediata, cifradas en un cierto reconocimiento por parte de los otros o la persecución de placeres pasajeros (un viaje, una pequeña aventura) que puedan entretenernos en medio del cataclismo.
Esta mirada sombría, descarnada y realista (como si nos arrancáramos, de tajo, la oscuridad de entre las venas), es hábilmente abordada por el escritor italiano Paolo Giordano en su novela Tasmania (Editorial Planeta, 2023), en la que, con lenguaje desenfadado y ágil, habla de su propia experiencia (real o ficticia) en relación a la vida matrimonial, un sacerdote que se libera del pesado hábito de un ascetismo autoimpuesto, el caos por el que atraviesa su mejor amigo al enfrentarse al divorcio, así como la caída en desgracia de un profesor emérito que critica las trampas (según él) de la desigualdad de género en el mundo científico.
La novela, a pesar todo, no agobia al lector con la profusidad de los temas que aborda, sino que lo invita a sumergirse en sus páginas, con una actualidad increíble, enrevesada de especies invasoras que amenazan con colonizar ecosistemas enteros, el terrorismo fundamentalista ganando terreno en la Europa de años atrás y el estrés pretraumático de saber que estamos cada vez más cerca de una posible guerra nuclear, cuyas consecuencias hacen parte esencial de la trama y llevan al autor a interesarse (desde su perspectiva científica, periodística y humana) por los estragos de la bomba en Hiroshima y Nagasaki.

Entonces, ¿qué representa Tasmania para Paolo Giordano? Más que un lugar en concreto (el lugar al cual escapar del fin del mundo, según Novelli), Tasmania asume la forma de una idea, un espacio seguro y utópico en el cual refugiarnos de la vida: Lorenza, en el caso del narrador, las formaciones nubosas de Novelli o la ciencia, para su amigo Giulio. No obstante, por más que nos cueste aceptarlo, esta huida es imposible, pues es nuestro mundo el que se acaba, y somos nosotros los que nos convertiremos en radiación: pulsación de átomos inestables que fluye hacia las estrellas, el calor de los muertos, vertido en el universo, como una despedida perenne.
“Escribo sobre las cosas que me hacen llorar”, admite Giordano a modo de conclusión, aportando así una mirada intimista y sincera, de la que el lector podrá valerse para leerse, a sí mismo, a través de sus páginas, para concluir si es posible o no este escape, si existe o no algún refugio en el que podamos escondernos de nosotros mismos, y si todo esto representa algún tipo de consuelo. Al final, ¿qué significa realmente estar vivos?
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