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ANDRÉS TORRES: «BUCARANADA», EL CINE Y LA LITERATURA

A pesar de contar con varios premios y reconocimientos a lo largo de su carrera cinematográfica, Andrés Torres es, realmente, una persona a la que poco le gusta hablar sobre sí mismo. No obstante, es el director de La Fortaleza (2020), documental que sigue la vida de tres hinchas del Atlético Bucaramanga en un momento trascendental para la historia del club, y de BucaraNada (2023), su obra más reciente, ganadora del Estímulo de Escritura de Largometraje de Ficción Bucaramanga cree en tu talento, del Instituto Municipal de Cultura y Turismo IMCT. Por eso, y por esa apuesta constante por redecir/denunciar la ciudad desde el proyector, estuvimos hablando con él, y esto fue lo que nos dijo.

Redacción Alter Vox Media.
Imágenes cedidas por Pipe.

¿Quién es Andrés Felipe Torres “Pipe”?

Mi nombre es Andrés Felipe Torres Montaguth. Mi familia, amigos y colaboradores me dicen “Pipe”, y prefiero que así me llamen. “Andrés Torres” es un nombre de trabajo, el de la cédula, el de firmar las cosas.

Antes que nada soy un ser humano, de Bucaramanga, Santander (lo que sea que eso signifique), al que le gustan la literatura y el cine, que escribe y pinta en sus tiempos libres junto a su pareja, que le encanta escuchar cumbia y punk, que siempre busca estar en el agua y con la naturaleza, y que, ante todo, lucha por su derecho a la imaginación y el placer en un mundo que se empeña en la ultraproductividad y la explotación de los seres.

Soy realizador audiovisual, es decir, trabajo con el lenguaje de la imagen en movimiento y el sonido, y como tal, me considero antes que un autor o un director, un artesano que usa las herramientas de su oficio para crear y transmitir emociones a través de las pantallas.

Mi hoja de vida profesional dice que soy el director y productor de La Fortaleza (2020), película ganadora del Premio Macondo 2021 de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Colombia, y también de Bucaramanga (2024) película conmemorativa de los 400 años de la ciudad, que comenzó como un ejercicio institucional histórico y ahora se ha convertido en un ensayo audiovisual sobre la falta de identidad bumanguesa y la corrupción. Ambas película han sido producidas por Índigo, productora cinematográfica de la cual soy cofundador.

Este año fui beneficiario de la convocatoria BGA Cree en tu talento 2023 del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga en la categoría de Escritura de Guión de Largometraje de Ficción.

¿Para qué sirve ese estímulo?

El estímulo es un apoyo económico para desarrollar un guion cinematográfico desde un argumento presentado, que es como la película escrita a modo de cuento en 10 páginas, a lo que llamamos un guión secuenciado y dialogado de 70 páginas. Este estímulo es muy importante ya que permite que podamos pensar obras futuras de largometraje desde lo local, y que quienes hacemos cine en Bucaramanga podamos enfocarnos en escribir una obra que eventualmente pueda ser producida. Es un primer impulso y es muy importante.

Otro aspecto importante es que el estímulo contempla el apoyo de un tutor de guión, que en mi caso, tengo el privilegio de contar con el acompañamiento del script doctor y guionista Carlos Henao, fundador de la Corporación Cinefilia y guionista de La Vendedora de Rosas, Perro come Perro y La Sangre y la Lluvia.

¿De qué se trata su guión?

Curiosamente, el estímulo nos pide hacer visitas a medios para hablar de la obra premiada, sin embargo, de mi guión, no puedo contarles demasiado, pues es una película sin producir. Lo único que puedo adelantarles es que su título es “BucaraNada”

¿Cuáles son los retos que trae consigo la escritura  de una película?

El principal reto es creer que la película es posible sobre el papel. Me explico: es muy fácil pensar como productor o como director desde la escritura. Preguntarse, ¿esto es viable?, ¿esto es posible?, ¿dónde voy a conseguir el dinero para una película así?, y aunque considero que son todas preguntas válidas, realmente no es el momento para pensarlas. Lo primero es poder enfocarse en contar la historia que uno quiere contar en el papel. Hemos escuchado muchas veces eso de “el papel lo aguanta todo”, pues en esta etapa es real y es algo positivo. En el papel la película puede ser lo que yo quiera. Luego cuando la idea esté cristalizada en un documento, conciso, claro, que contenga los elementos para crear la obra, ya luego cuando pensemos en producirla, podemos preocuparnos por esas cosas.

Lo primero es escribir, y sobre todo, re escribir, pensar en los personajes y su condición, en la trama, la dramaturgia de la obra y todos esos aspectos propios de la escritura. El reto más grande es creer y escribir, tener fé y ponerse en el papel. Creo que ese es el otro gran reto, dejar de lado los manuales de guión, los referentes, las clases, los cursos, los diplomas, y todo ese conocimiento rígido, y buscar el camino propio.

¿Cuáles son sus referentes cinematográficos?

Mis referentes cinematográficos varían por temporadas. Mi cinefilia tiene mucho de glotonería. Hay temporadas donde veo casi 4 o 5 películas por semana, a veces hasta 3 por día. Cuando vivía en Austin, Texas, no tenía trabajo y tenía la credencial de la cinemateca, veía hasta 2 o 3 películas por día. Pero en otras épocas, como muchas en Bucaramanga, pasan meses sin que vea una película y solo leo libros.

En estos momentos, diría que estoy obsesionado con la obra de Lina Wertmüller y Edward Yang. La primera, una mujer contemporánea de Fellini que realizaba unas comedias románticas de corte político, altamente anarquista, y que fue la primera mujer en ser nominada al Oscar, por una película maravillosa “Amor y Anarquía”, que recibió ese título por parte de la distribución extranjera ya que su título original es, también, uno de los títulos más largos de la historia del cine. Era algo así como “Un día, a las 10 de la mañana, en un conocido prostíbulo de Roma, sucedió un…”, y así, contando la premisa de la película. De Edward Yang, uno de los iconos del nuevo cine taiwanés, he estado obsesionado por su obra “Yi Yi”, última película que realizó antes de morir.

¿Cuál considera que es su sello?

No sé si tengo un sello. Solo he realizado una película que se ha estrenado, y aunque tengo otras tres que estoy tratando de terminar, aún no han visto la luz del día. Eso del sello se lo dejo a los críticos… O como decía Rubén Mendoza, a los “Cítricos”, que les gusta buscar estas cosas en la obra de las personas, para glorificarlas o condenarlas, o para poder encontrar un lugar común para escribir un libro sobre alguien. No creo que ninguno de los directores y directoras que admiro estuvieran preocupados por su sello, o, incluso, si lo tuvieran, no creo que lo supieran. Eso es como un invento de la crítica, de la “cítrica”, o de las casas productoras para vender colecciones de DVDs de sus autores muertos, tipo Criterion con sus colecciones.

¿Cuáles son los retos principales de hacer cine en Bucaramanga?

Desde mi experiencia veo tres retos principales.

El primero, y que creo que atraviesa todas las artes, es la falta de consolidación de una industria local, es decir, unas fuentes de financiación constantes, una infraestructura para la creación audiovisual, y, sobre todo, un mercado donde el público pueda acceder a las obras. La gente no va a ir a ver cine local y nacional porque le digamos que “hay que apoyarlo”, como si fuera beneficencia.

El segundo reto, creo que es el canibalismo local y el neocolonialismo creativo. El canibalismo local es que nos estamos comiendo entre nosotros constantemente, y si alguien hace algo que pegó, todos cambian de mentalidad y se van por esa línea. Siempre estamos viendo lo que hacen los demás para criticarlo y luego copiarlo, generando un ambiente local bastante tóxico. Este ambiente creo que viene de un neocolonialismo creativo. Los cineastas locales estamos embebidos por la cultura del galardón, entonces vamos a ver las obras nacionales o latinoamericanas que han cosechado premios en Europa y Estados Unidos para imitarlas y hacer cosas similares, creando un montón de obras que no le hablan a la ciudad sino que buscan, infructuosamente, ser reconocidas en los circuitos especializados mundiales. Y aunque algunas lo logren, cuando vuelven a las salas locales, son un fracaso.

El tercer reto se conecta con el anterior. No estamos haciendo películas para nuestro público, y ni siquiera para nosotros, estamos haciendo películas para creernos autores como nuestros ídolos europeos y norteamericanos. No estamos pensando en ser autores en nuestra propia lógica, mirando realmente quiénes somos y donde estamos parados. La cabeza en Europa y los pies en Bucaramanga. Creo que eso es un problema. Pero para otros puede ser diferente. Es solo mi opinión.

¿Qué mensaje le gustaría darle a otros artistas en la ciudad?

Ninguno realmente. Le daría la vuelta a esta pregunta. Quisiera que las obras que estoy creando fueran el mensaje y quisiera yo poder recibir sus mensajes al ver las obras que están creando y produciéndose en la ciudad.

El mensaje es la obra. Todo lo demás es publicidad.

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