ANTOLOGÍA: DIEGO MANTILLA ORTEGA

DIEGO MANTILLA ORTEGA. Me pidieron que escriba mi biografía, y lo único en lo que puedo pensar es en que no hay cosa más triste que escribir nuestra propia biografía. Pues, a fin de cuentas, una biografía no es tanto lo que ha pasado en tu vida, sino las cosas que has logrado, que has conseguido, y yo solo soy un intento de poeta, y ¿qué es la palabra “poeta” sino un sinónimo de “perdedor”? Así que, si me preguntan a mí, eso es lo que soy: un perdedor que escribe poemas en una ciudad olvidada por Dios en medio de una canica azul que se incendia con el ardor de un fuego griego que nunca se apaga, que nunca descansa, que no cierra los ojos ni para dormir. Lo más cercano a una biografía que puedo escribir es este pequeño, pequeñísimo texto, que redacto desde el sucio rincón del mundo al que llamo mi cuarto, mi cuartel general, donde lucho las batallas que la vida nos va asignando a cada uno de nosotros, como por orden de lista. Así que este soy yo: Diego Mantilla Ortega. Estudiante de Filosofía de la Universidad industrial de Santander. Ganador del I Concurso Institucional de Poesía «José Antonio Galán» 2023, en la categoría de egresados. Simplemente “Cuervo”
Dolor
El dolor se ha convertido en una parte fundamental de mi vida, pienso que no soy un masoquista, ni un suicida, pero aun así me imagino formas de fabricarme dolor (como si el mundo no nos diera suficiente), me aferro al sufrimiento, al olvido.
Desbloqueo mi celular y veo tu mensaje “te amaré toda la vida”, las lágrimas llenan mis ojos, pues para mí todo beso, todo abrazo, es también una despedida, una promesa de aquello que nos faltará un día. Como si cada caricia nos asegurara en el futuro una herida abierta en dirección a la nada.
Se bien que el amor no es del todo una causa perdida, pues se bien como queman en el paladar las palabras que nunca me atreví a decir por miedo, porque soy un cobarde, porque huyo de todo, porque soy un escapista de la vida, un evasor de sentimientos.
A veces necesito que me abandones, que te vayas sin decir a dónde, por qué, o tan siquiera adiós. A veces necesito un sorbo de alcohol, una triste despedida, una melancolía feroz, un sueño que parezca eterno. No me mires como si estuviera enfermo, no me abraces como si fuera un chiquillo abandonado, no soy un ciervo atolondrado, también puedo ser una mierda cuando estoy de mal genio. Te observo a los ojos como quien lee un libro atentamente, como queriendo descifrar los mensajes que se ocultan furtivos tras el velo de tu mirada, pero la verdad es que no entiendo nada, solo soy un animal desorientado.
Perro con sueño
Es difícil ser un perro con sueño
No poder batir la cola cuando persigo al viento
No poder correr porque con sueño hasta moverse es un tormento
Tal vez no es tan difícil como ser un perro sin amo sin dueño
Viviendo en la calle y sin una pizca de alimento
Comiéndose las ratas y rebuscando en la basura como quien escribe un poema pesimista
Pero aun así es difícil contener los ladridos en el pecho
Como si enterraras los huesos de quien más amas en el patio de la casa
Como si la vida se te escapara entre las patas
Vivir siendo un perro con sueño es perseguir un auto que nunca para
Es ladrarle cada noche a la luna como esperando una respuesta
Es no distinguir entre verde o rojo, pero poder olfatear el miedo de las personas cuando pasan cerca de la ventana
A veces veo fantasmas que rondan por la casa
Quisiera espantarlos de un ladrido que me desgarre el alma
Pero solo soy un perro con sueño
Y el sueño siempre gana
Por eso dicen que la muerte es el sueño eterno
y te alcanza, aunque vayas a cuatro patas.
Somos como mierda atorada en un zapato
Muchas veces la parte reptil de mi cerebro toma control de mi cuerpo y yo ya no soy yo, ya no hay rastro de aquello que creí ser, y en el espejo tan solo veo a un chimpancé corriendo en círculos para entretener a las masas, por un par de monedas, por un pedazo de pan, por algo de afecto. Por cualquier cosa que pueda emanar de los huecos supurantes de pus que las personas llevan en el centro del pecho y por el cual absorben todo a su paso.
Sueño que alguien se apiada por fin de mí (o siente asco por mi aspecto) y me revienta por sorpresa la cabeza de un disparo de revólver Magnum calibre 44. De modo que la única prueba de mi existencia queda reducida a una masa palpitante desparramada en una sucia pared cualquiera, en el barrio chino de la ciudad.
Sería libre. Tan solo un recuerdo para que idealices, para que reemplaces tranquilamente la verdad con un agradable recuerdo medio inventado sobre lo que fuimos en vida. Una película de ciencia ficción para que las lágrimas sean un poco más dulces, pues el amargo nunca ha sido tu fuerte (ni el mío), es por eso que los días nos pesan tanto, aunque nos los carguemos al hombro.
Debo admitir que siento el cuerpo más débil, me pesa la decidía en los bolsillos hinchados. Al llegar la noche me terminan doliendo las rodillas de tanto existir. Pues debo hacerlo todo el tiempo, sin descanso (ni siquiera para almorzar o dormir).
Si fuera una mosca tan solo me preocuparía por pisotear la mierda. En cambio, ser una persona es como ser pisoteado por una mosca gigante.
Hambre
Ojalá pudiera escribir como una máquina, y con un par de comandos crear la próxima gran obra latinoamericana. No tener que dejar el alma en cada texto (porque en esencia no poseo una) y producir cualquier día, a cualquier hora, sin descanso nunca.
Como el jovencito explotado que siempre te encuentras atendiendo un Mc Donalds, todo el día sacando hamburguesas. Todo el día llenando la panza de las bestias, pero las bestias, las bestias nunca se llenan.
Pues todos sabemos que será el hambre lo que finalmente destruya al hombre. Y cuando se acabe el último pedazo de carne barata y ultra procesada, nos comeremos unos a otros, e incluso a nosotros mismos. Lo haremos en hamburguesas, perros calientes y platillos gourmet.
Haremos recetas para YouTube y Tik Tok, y debatiremos en Twitter sobre si los bebés al horno deberían o no llevar piña. Posteriormente los países del tercer mundo pasaremos a ocupar el papel que nos han venido apartando hasta este momento. Seremos corrales llenos de reses con nombre propio, esperando el momento en el que tengamos el honor de convertirnos en la milanesa del hijo malcriado de algún famoso millonario.
Sin título
El Big Bang tan solo fue
el martillar de la escopeta
detonando en la boca abierta de Dios
y aquí estamos ahora,
una mancha en la pared
Poesía
Escribir poesía es como armar un rompecabezas
con los pedazos de tu alma
es como coserse la boca y hablar por los poros
es sacarse el corazón del pecho con las manos desnudas
y exhibirlo en una vitrina
junto a un rótulo que reza
«perdedor»
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Hijo desde niño te lleve de la mano a la lectura y hoy ese esfuerzo se ve recompensado en este pequeño homenaje y como tu algún día lo dijo en una charla que el problema del ser humano es el estudio y así tu lo entendiste y hoy vuela alto ánimo tus éxitos son los míos te amo Diego Fernando Mantilla Ortega. Tu familia se siente orgullosa de ti.
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