ANTOLOGÍA: A. V. RAMÍREZ

ANGIE VANESSA RAMÍREZ CASTILLO. Nacida en La Dorada, Caldas. Vivió en distintas partes de Colombia, aunque fue en el Llano y en el Eje Cafetero donde permaneció más tiempo. Está radicada en Jamaica desde el 2019. Es normalista Superior, tecnóloga en Contabilidad y Finanzas, licenciada en Español y Literatura. El 17 de abril del 2020 ganó el concurso de relato corto realizado por “Cabaret literario”.
Ha publicado poemas y cuentos en revistas nacionales. Ha sido incluida en la antología Poetas Valle del Cauca y Colombia, también, en la antología de cuentos 2021, La soledad de las jirafas. El 27 de diciembre del 2021 fue el lanzamiento de su primera obra literaria: Otra vez el viento, libro de poemas publicado por Nueve editores. El 13 de abril del 2023 fue el lanzamiento de su segunda obra literaria Arena en cuarenta y ocho pasos a la muerte, libro de minificciones publicado por Nueve editores.
Los siguientes cuentos aparecen en el libro Arena en cuarenta y ocho pasos a la muerte (Nueve editores, Bogotá, 2023)
Colibrí de dos colas
Se inspira fácilmente un colibrí, buscando comida que no le pertenece. Ayer uno volaba cerca de casa, uno diminuto como la paciencia de una mujer que tiene tantos compromisos por realizar. Mientras sus alas soportan tan diminuto cuerpo, otro colibrí es protagonista en la carátula del libro más vendido, todo un éxito que vale la pena mencionar.
En el lienzo del artista del año, el pintor utilizó una especie particular de colibrí como el símbolo de un muerto. La escritora debe seguir en la labor, la tortura al desear un final diferente, pero el escrito da el final. Es un pacto natural para evitar darle tantas vueltas al trompo que guía el paso de las palabras en el papel, es un problema que se nota al revivir y no soltar a su protagonista de preferencia.
Ella también usa al colibrí en su libro, en todas las páginas, en el desenlace inesperado, el colibrí tallado tiene un sueño. Ella le explica que no lo está utilizando sino compartiendo con otros. El adecuado orden es un desafío, la respiración de la perfecta estructura, los suspiros de los entrelazamientos de párrafos no conectados. Ella le escribe al mundo lleno de aves y ficciones. Une varios párrafos hasta formar una novela, solo veinte años para lograrlo. Pero el colibrí de dos colas solo se acercó para desearle suerte y fue disecado en un frasco de vidrio.
(2014)
El grito de una mujer
Era muy tarde o muy temprano… para llamar a padre. Desde que se enteró de la tendencia de su hijo a la ropa ajustada, no le volvió a dirigir la palabra. El hijo ansía sentirse mujer, de todos sus galanes él prefiere al que no ha llegado y se conforma, se castiga, se envuelve en intrigas con tantos hombres.
Se desborda una botella de ron de los años ochenta en el grito de una mujer con pene. Recordarla entaconada, tan femenina, tan libre, tan bella, es ver la presión en que creció su padre. Ella no le pidió permiso a nadie y no lo necesitaba. Pero el padre detesta ver que su hijo sí fue capaz de algo así, de usar los tacones que él tanto ocultó y muere con las ansias de ser alguien que nunca logró ser.
(2020)
La joven asesina de gatos
Hay personas que no conocen la maldad, ni de comprar comida a los animales. La insipidez del alma surge al no importarnos nada «la sed del animal o de la planta». Parecía el gato más hambriento del mundo, todas las noches maullaba, trinaba de hambre. También, sin falta, un sonajero tintineaba.
¿Quién le diera comida, a quién se le ablanda el alma? Como un ser padeciendo instinto maternal, esa mujer compró dos latas de atún para gato, dio abono a las plantas e hidrató la piel con hielo a falta de sábila.
La mujer le dio comida, le dio más agua que carne. Con sorpresa, comprendió que el agua en abundancia es para los perros. Pensó en la muerte de su primer y único pez, mientras esperaba que el minino terminara de cenar.
El pequeño sigue chillando. Ella piensa que ya ha comido y las caricias le hicieron falta. El gato vuelve a los días, ella le sirve su comida. En un plato, el atún que le había quedado de la lata de hace tres días; también le da leche. Pero él no bebe la leche, ni come el atún. Luego la chica huele la comida y no vomita, pero por poco sí…
Ella analiza que dejó la comida a la intemperie. El sonajero está sucio.
Instrucciones para asesinar a un ser: no guardar la comida en el refrigerador.
Ella, tan inconsciente, tenía instintos asesinos. También creyó ver leche cortada, olorosa en un tetero y se preguntó si los primogénitos tienen la sabiduría para entender que los primeros biberones fueron amargos.
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..
…
El gato nunca volvió.
(2020)
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