ANTOLOGÍA: YENI ZULENA MILLÁN VELÁSQUEZ

YENI ZULENA MILLÁN VELÁSQUEZ (Circasia, 1984). Es docente, poeta, narradora y ensayista. Ha publicado la novela breve Corredor vacío (2018) y el poemario Alba atroz / El día en caída (2020). Fue coeditora y coinvestigadora en los proyectos editoriales Carmelina Soto Valencia. Poesía reunida (2015), Témpora, jóvenes poetas del Quindío (2017) y El pescador absoluto. Antología poética de Carmelina Soto (2019). En 2020 recibió el reconocimiento de escritora del año en el departamento del Quindío. Recientemente su cuento “Tienda K” fue incluido en la antología Voces habitadas (2021) publicada por Nueve Editores.

Ejercicios (poema con presa)

El médico ha dicho
que me falta ejercicio,
que voy prendida
a un cuerpo sedentario.

Él apunta.
Él recomienda.

Él ve con buenos ojos
que lo que necesito es salud.
Él sabe lo que me falta.
Él sabe lo que necesito.

Yo asiento. Entretanto,
va engrosándose la línea
de mi cuerpo.

Yo asiento.
Yo camino indigesta.

Ya en carretera
los ojos se acomodan,
–los ojos, nativamente nómadas–
se acercan a buscar cruces por las orillas,
se quedan en los nombres,
se preguntan
si se puede jugar al escondite,
si se puede jugar – ¿se puede? –
con aquel que ya ganó
la otra acera.

Taza de cambio

No sé si sea ironía
que este café se pague
con un sudor de muertos

no de los míos
que de seguro sabían mejor
al provenir de tierras mojadas
por soles saturnales y lluvias dulces

hablo de otros muertos
los ilustres
los que no pesan en el corazón

los que llevamos
cada vez más livianos
(qué desagradecidos resultan estos próceres)
en los bolsillos

hablo de ese sudor saborizado
de este café muerto

el otro
el vivo
lo pagan otros seres
alados mentolados
lo beben lo negocian
lo orinan
in the sky of wall street

Todo es menor en la distancia
y sin embargo
cuánto más claro

Podría ser que entreambos
se deje el paso a la luz
se le permita repetir el silencio
con el que ha dado inicio
a este baile

Tal vez
la bocanada
instruya en el recreo a los pájaros
y recojan por igual
cabello y hojas
para tejernos
su lecho en los oídos

Yo escojo la distancia
la presencia
de mi flecha en el otro
sin herirlo

He empezado a recordar
cómo sabían las cosas en las manos
la voz como una estrella corrediza
jugando a presentarse entre nosotros

He empezado a recordar las partes
en que el sol se detenía a tu regreso
y aquella pirotecnia de la ceiba
donde pude esperarte para siempre

He empezado a creer que es cosa nuestra
abrigarnos de tierra
y quejarnos del vuelo

Y tú
¿Qué piensas?
¿Qué cuásares te ocupan?
¿Qué escalón de la noche?
Amarillece el cielo
¿es esa tu postdata?

Noches hay
en que se tiene miedo
de ser el envase
de llevar el fermento acorralado
de que los niños descubran
cómo abrir el artefacto
que señala la guerra
con su único ojo

Noches hay
en que no desenvuelves los sueños
los usas para trasbocar
el que crees
será el último disparo