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ANTOLOGÍA: CLAUDIA OSPITIA

clau3CLAUDIA OSPITIA. Nace en Florencia, Caquetá, y se cría en Barrancabermeja, por lo cual hay en ella raíz de selva, piedemonte y un coranzocito de mango rivereño. Sus ganas de escribir así, por puro placer y necesidad, surgieron muy niña. «Recuerdo a mi abuelita paterna escribiendo en cuadernos largas operaciones de quebrados, novenarios que inventaba a cada santo y recuerdos de la vida en el campo. Ella escribía para recordar y para no olvidar, que son cosas diferentes. Yo pensaba que era aburrido recordar quebrados, así que escribía rimas y coplas. En primaria tuve una linda profesora encantada de ponernos a escribir cuentos y poemas, eso lo disfrutaba tanto como montar bicicleta o nadar en la ciénaga. Luego se me hizo hábito, como una cosa diaria que dependía de mis momentos. Hay palabras para cada tiempo, persona o razón, son como la ropa o la memoria, se acumulan, pero casi nunca las comparto, son para mí, para no olvidar lo que vivo o para recordar lo que olvido».

Actualmente estudia Artes Plásticas en la UIS. Alguna vez estudió Antropología. Desde hace dos años, es parte el colectivo Artistas de la Magdalena, con su hermana, Lorena Ospitia, y su amiga, Silvia Sarmiento, con quienes hace arte usando elementos de la memoria comunitaria, elementos políticos, sociales y culturales, donde sus cuerpos son uno más y también el medio, el recipiente. Ha realizado acciones artísticas sin ellas, más íntimas, pero articuladas desde lo femenino, lo filosófico y lo poético, hacia la exploración personal y la crítica social.

 

Mariposa

Abrazarlo, hundirlo en mí,
como una espina en el cuerpo.

Una noche de un solo beso,
un beso sin aire, sin espacio,
un fluir de agua salada
sobre el sillón negro.

Hundirlo como espina dulce
en mi cuerpo de mariposa.

 

La poesía es memoria,
como una nube en la montaña,
para nacer de llovizna y de río.

Su palabra es de niebla y brisa,
de huracán, de inundación.

Cada tanto baja, también,
en forma de piedras y lodo.

Cuando nace un poema
es día de lluvia,
día que es gota pariendo un río.

 

Retornar al sur
selva, agua y raíz.
Rotos los espejismos
erigir mito-lógicas de barro.
El cuerpo que también es alma
es tierra.

 

Et Lupus

Aullar y romper con los rebaños.
Sigilo sin nombre, urgencia de andar,
de sentir que todos los tiempos son equivocados,
de coserse los párpados y poner bocabajo
el cristo dormido entre pliegues ambar.

Corazón que anida estrellas oscuras,
luz lejana y sin dioses,
luz cansada, incesante viajera,
luz que nunca llega.

Loba gris doblada ante la noche.

 

Vitrificado

Reflejo, dulce voz
que des-siembra de mi alma
peces enmudecidos.

Tu sangre y tu dicha,
tu nido de huesos azules.

Mi palabra de cristal
y esta brisa oscura…
te conceden la vitrificación.

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